domingo, 11 de febrero de 2007

De pasiones y razones

Este blog, así como toda la investigación que lo sustenta, está elaborado a partir de una toma de posiciones innegociable para su autor. A saber: es una investigación sobre la violencia doméstica desde la perspectiva de las víctimas.
Pero, además, y para que no quede duda alguna, considero como víctimas a las mujeres. Con esto no quiero decir que no existan hombres víctimas de violencia doméstica pero, hoy por hoy, la víctima prototípica, sigue siendo mujer en más de un 95% de las ocasiones.
Este hecho que yo, absurdamente, siempre he establecido como válido a priori, me ha dado más problemas de los que me podía imaginar. La verdad es que nunca me imaginé que me daría problemas, pero el caso es que lo ha hecho.
Me explico…
Tras una breve comunicación que he realizado sobre mi trabajo (apenas 20 minutos) bajo el título de La complementariedad como contexto cultural para entender la violencia doméstica, se realizaron las siguientes objeciones contra, precisamente, las condiciones a priori de mi investigación (En otro momento comentaré una ulterior cuestión relativa a la idea de soledad que me parece muy interesante):
1ª) Que el título debería haber sido: La complementariedad como contexto cultural para entender la violencia contra la mujer. Porque también había hombres que padecían la violencia doméstica.
2ª) Que a lo mejor había que admitir que la relación de sumisión por parte de la mujer era algo aceptado y deseado por ella.
3ª) Que mi investigación podía ser reducida a una imagen esperpéntica (nunca utilizaron esta expresión) en la que la mujer aparecía como buena, muy buena y el hombre como malo, muy malo.
4ª) Que podíamos admitir que en el plano de la privacidad, que es el dominio de la mujer, el hombre es el sometido y la mujer la dominadora.
5ª) Que deberíamos pensar en los homicidas, gente normal y corriente, que en un momento determinado, a causa del sufrimiento que les produce su víctima, la matan. En consecuencia, deberíamos pensar (esto no lo llegaron a formular pero se sigue de lo anterior), acerca de lo que la víctima (mujer asesinada, pongamos por caso), le había hecho a la víctima (hombre asesino, supongamos).

Permítanme pasar a comentar estas objeciones, aunque creo que algunas de ellas se comentan por sí solas. Y quiero decirles, además, que las comento porque se establecieron como sugerencias hacia mi trabajo, consejos “bienintencionados” que me permitirían mejorarlo.
De modo general y aunque me indigné con determinadas intervenciones (lo siento mucho pero mi toma de posición con las víctimas es irrenunciable, innegociable, racional y pasional, y ya he dicho a quién considero víctimas de malos tratos), agradezco muchísimo todas las objeciones porque no han hecho otra cosa que reforzar mis tesis.
Lo peor de todo, y ya estoy haciendo un comentario, es que hubo al menos una persona que ni me escuchó ni tuvo intención de hacerlo, en cuanto detectó que mi comunicación hablaba sobre mujeres.

Me pasó lo mismo cuando impartí un curso sobre violencia doméstica a la Policía Local de Lorca, y encontré mucha resistencia por parte de algunos policías a admitir que las mujeres fuesen “tan” víctimas; que nadie hablaba de los hombres víctimas, y de todo lo que podían llegar a padecer los hombres en manos de sus mujeres ¿Les suenan las objeciones? El curso duró doce horas, y al final del mismo, todos entendieron lo que yo quería decirles y todos admitieron mis tesis. La verdad es que hacía muchísimo tiempo que no me habían hecho estar tan a gusto explicando algo, por ello quiero aprovechar este momento y este espacio, para mandarles recuerdos a todos ellos y darles las gracias por hacerme sentir que lo que estaba trabajando con ellos merecía la pena y podía producir algo bueno.

¿A cuento de qué tanta hostilidad contra las mujeres en general y las víctimas de malos tratos en particular?

Con respecto a la primera cuestión, y sin recurrir a estadísticas que pueden consultar (en este blog aparecen direcciones) si no me creen, me parece evidente que aun cuando existan hombres víctimas de malos tratos, el mundo de la violencia doméstica es un mundo en el que la víctima es una “ella” y el agresor es un “él”. Aquí, en Estocolmo, en Lima, Pekín, Nairobi y Creta.
¿Por qué cuesta admitirlo?
Simplemente escuchen los telediarios con un poco de atención, lean los periódicos con un poco de interés, y podrán darse cuenta de que los nombres de las víctimas suelen ser de mujer. Y esto no significa que haya una conjura feminista contra los hombres para que éstos aparezcan como culpables; no quiere decir que haya un complot de los oscuros poderes femeninos para desalojar a los hombres del precario lugar que les corresponde; no implica que el hombre deba sentirse agredido cuando se le considera sujeto agente y no paciente de la violencia doméstica…
La masculinidad, o al menos determinado modelo de la misma, sigue teniendo vigencia (como se manifiesta en las cinco objeciones), aun cuando los maltratadores sigan siendo hombres y las mujeres continúen siendo las víctimas de la violencia doméstica.
Así que, por su parte, no se preocupen y sigan durmiendo tranquilos que yo, por mi parte, seguiré diciendo, y con más razón todavía, que la complementariedad es el contexto adecuado para comprender la violencia doméstica.

Responder a la segunda cuestión me resulta complicado, por más que se me quiera convencer de lo contrario con ejemplos concretos (YO NO HABLO DE INDIVIDUOS, SINO DE MODOS DE SER: FEMENINO Y MASCULINO), y me gustaría que se pusieran delante de una víctima de malos tratos y le dijesen: “¡Ay tontina!, reconócelo, si te encanta que te dominen, te insulten, te menosprecien, te aíslen, te controlen, te peguen, te apuñalen”.
Si nos encontrásemos con una víctima que gozase con su situación y la eligiese voluntariamente, todos reconoceríamos, aun cuando fuera con mucha diplomacia, que esa persona no está en sus cabales. ¿Pero estamos dispuestos a admitir que la mujer no está en sus cabales? “¡Claro que sí! Por eso la mujer necesita un hombre (un buen hombre) que la mantenga entre los límites de la lucidez y la controle, no vaya a ser que se haga daño a sí misma. (Es por su propio bien)”.

Con respecto a la tercera considero que sólo un esperpento puede reducir mi investigación a esperpento. Nunca he dicho que las mujeres sean buenas, buenas y los hombres malos, malos. Eso es, por decirlo finamente, ingenuo si se dice sinceramente y una estupidez si se utiliza como malintencionada crítica.
Todo el mundo sabe que hay mujeres buenas y malas. Y lo mismo se puede decir de los hombres, aunque yo, en mi ignorancia, preferiría aplicar esos conceptos a las personas (Ya se sabe eso de sustancias individuales de naturaleza racional, o no tanto), pero YO NO HABLO DE INDIVIDUOS, SINO DE MODOS DE SER: FEMENINO Y MASCULINO.
Y si bien es cierto que fulanito puede ser muy bueno y zutanita muy mala, ni fulanito ni zutanita deben sentirse ofendidos, dolidos o esperpénticos si se dice que el Homo sapiens es una especie peligrosa y criminal con respecto a las ballenas, por ejemplo. Y yo les aseguro que no he cazado no pienso cazar jamás una ballena y considero que debería suscribirse una moratoria total y eterna sobre su caza.

Con respecto a la cuestión cuatro: ¿de verdad lo consideran así? ¿De verdad piensan que el hombre es una víctima de malos tratos en el hogar y para protegerse ejerce violencia física, psicológica, sexual y económica en el ámbito doméstico?
¡Ahora lo entiendo! Para sobrevivir a la mujer, los hombres o bien matan a las mujeres o construyen un mundo público masculino, donde la mujer tiene vetado los accesos al poder o a las esferas de influencia. Ya se sabe, eso de mismo trabajo, distintos sueldos; misma formación distinto nivel; despidos cuando se queda embarazada, no contratos por la regla, etc., etc., etc., es una cuestión de… supervivencia.
Lean este mito y comprenderán como entre los Ona de Tierra del Fuego y nosotros hay más similitudes de las que quisiésemos admitir.
Es un mito de origen que narra el exterminio de las mujeres a manos de los hombres, que vivían sometidos bajo el yugo del miedo.

“En los días en que todo el bosque era de hoja perenne, antes de que kerrhprrh el periquito pintara de rojo las hojas de otoño, con el color de su pecho. En los días en que krren ( el sol) y kreeh (la luna) andaban por la tierra como hombre y mujer y muchas de las grandes montañas durmientes eran seres humanos: en aquellos días lejanos, sólo las mujeres de la tierra ona conocían la brujería. Ellas tenían su propia logia (asociación) a la que ningún hombre se atrevía a acercarse. Las jóvenes, a medida que se acercaban a la madurez eran enseñadas en las artes mágicas, aprendiendo cómo llevar la enfermedad e incluso la muerte a aquellos que las disgustaran.
Los hombres vivían en un miedo abyecto y sometidos. En verdad, tenían arcos y flechas con los cuales proveer al campamento de carne, sin embargo se preguntaban: ¿de qué nos sirven tales armas contra la brujería? Esta tiranía de las mujeres fue de mal en peor, hasta que a los hombres se les ocurrió que una bruja muerta era menos peligrosa que una viva. Conspiraron juntos para matar a todas loas mujeres y sobrevino una gran masacre a la que no escapó ninguna mujer en forma humana (…). Los hombres se encontraron ahora sin esposas. Porque tenían que esperar a que las niñas se convirtiesen en mujeres. Mientras tanto, surgió la gran pregunta ¿cómo podrían los hombres mantener el poder ahora que lo tenían? Un día, cuando estas niñas alcanzasen la madurez podrían unirse y recuperar su antiguo dominio. Para prevenir esto, los hombres inauguraron una sociedad secreta propia y desterraron para siempre la logia de las mujeres en la cual se habían incubado tantas conspiraciones malvadas contra ellos…)”.

¡Qué poco hemos cambiado a pesar de lo que nos creemos!

La quinta cuestión no puedo ni quiero contestarla, porque aquí me “sale la vena pasional” y no estoy por la labor, al menos hoy. Simplemente decir: “Si no eres feliz con una mujer: ¿no es mejor separarse que matarla? Y si no estás satisfecho con tu vida, pues ya se sabe, toda solución debe comenzar por ser aplicada a uno mismo ¿No? O a lo mejor resulta que el simple soy yo y todavía no me había dado cuenta.

Si quieren más y mejores razones basadas en investigaciones, sólo tienen que leer este blog, comprenderán porqué considero que mi investigación es más válida de lo que yo creo a veces. Aunque sea para contestar de una manera racional a objeciones como las que me han hecho, que son más comunes de lo que ustedes piensan.
Y si quieren profundizar un poco en aquellos elementos que los conforman a ustedes como personas, aun cuando no se den cuenta, contesten a los cuestionarios de una manera sincera y participen activamente en el desarrollo del blog.
Hasta pronto.

2 comentarios:

Pilar M Clares dijo...

Te animo en este proyecto y en mantener la cabeza clara por encima de las objeciones que la misma sociedad que tolera, en cierta medida, la violencia doméstica o de género, o familiar o como se quiera llamar -sabemos muy bien lo que es- trate de ponerte, precisamente porque tocas un tema atábico y que destroza muchos esquemas. Un slaudo

javier ortega dijo...

Gracias por tus palabras.
En ello estamos aun cuando la situación no es sencilla, porque estas actitudes tienen su correlato en las instituciones públicas y privadas, y su colaboración es necesaria para que las voces puedan escucharse.
Por esta razón os invito, desde aquí, a participar y transmitir los contenidos de este blog de la forma más activa y productiva posible.