lunes, 31 de enero de 2011

En los márgenes de la realidad

En España, y en el mundo, están ocurriendo muchos sucesos extraordinarios que fijan nuestra atención diariamente, llenan nuestras tertulias y acaparan todas nuestras reflexiones: la crisis (social, política y económica), los recortes del estado del bienestar, las cajas, el paro, los levantamientos sociales, la corrupción…
Todos estos asuntos son importantes, máxime cuando detrás de ellos se manifiesta el agotamiento de nuestro sistema democrático y de un mundo que, querámoslo o no, siempre se ha organizado en precario.
Pero junto a estos sucesos sigue ocurriendo, cotidianamente, lo de siempre, lo ordinario, lo normalizado: un goteo constante de mujeres asesinadas (por sus novios, maridos, convivientes, o –ex de distinto pelaje); redes de trata de blancas de alcance internacional ( Turquía, Camboya, México, Unión Europea, España, Japón, China…); aumento de paro femenino (más de un 39% de tasa de paro en mujeres de hasta 35 años); peores retribuciones salariales (la brecha salaria está en torno al 30%); violaciones masivas de mujeres más o menos reconocidas (véase, por ejemplo la situación de Haití donde el caos social ha disparado este fenómeno); el reconocimiento tácito de una función maternal exclusiva (la de cuidadora de mayores y menores dependientes que cercena el devenir político de la millones de mujeres en el mundo)…
En el margen de las noticias que diariamente sacuden nuestra conciencia, la situación de la mujer en el mundo sólo ocupa un lugar público y por ende un lugar central en algunos medios (convirtiéndose por ello en puro espectáculo), cuando alguna de ellas es asesinada, o cuando salen las cifras del paro femenino en comparación con el masculino, o cuando detienen a los cabecillas de una red de prostitución, o cuando se hace un informe de la condición sexual de la pobreza en Europa, o cuando llega el 25 de noviembre y el 8 de marzo.
Entonces sí, las nombramos, nos acordamos, fijamos cinco minutos de silencio y movemos la cabeza con resignación. Toda una plétora de conductas, gestos y poses marginales e inútiles, aun cuando sean bienintencionadas, que lo único que consiguen es poner un colofón dramático a la trágica noticia. Después, lo de siempre, se devuelve a la mujer al anonimato, a los márgenes de lo “verdaderamente” importante… hasta el siguiente asesinato.
Y así, un día tras otro, la vida de millones de mujeres en el mundo es puesta en peligro y cada mes, en nuestro país, algunas de esas mujeres pierden su vida entre el silencio, la impotencia y la ignorancia de una ciudadanía que ni sabe, ni entiende, ni quiere hacerlo.
Ya son seis las mujeres asesinadas. Cada una de ellas con nombre y apellidos, cada una tenía una vida que vivir y una historia que contar, aun cuando carecían de futuro. Su tiempo corría hacia atrás, y cada gota de su sangre ha reflejado ese tiempo que se perdía inexorablemente ante la vista de todos sus vecinos, familiares y conciudadanos.
Y así seguirá hasta que en febrero hagamos balance de los sudarios conyugales de este país. Y después llegará marzo con sus recuentos y abril, mayo…y en diciembre miraremos las cifras totales y nos seguiremos haciendo las mismas preguntas y diciendo las mismas estupideces de siempre ante las 50, 60, 70 u 80 mujeres asesinadas. Todo esto lo sé, lo sabemos. Lo vengo denunciando desde hace años, y sin embargo todo sigue igual. No se está haciendo nada por revertir la situación, por prevenir este fenómeno, por pensar un mundo en el que la violencia contra la mujer, en cualquier de sus manifestaciones, sea un fenómeno aislado, anormal y extraordinario, más propio de una historia personal que de una forma de organizarse en comunidad. ¿Para cuándo una intervención seria y rigurosa en todo el sistema educativo? ¿Para cuándo, simplemente, una intervención seria y rigurosa en la prevención? ¿Para cuándo un plan nacional organizado, coherente e integral, diseñado por gente competente que incida en las causas y no en los efectos? ¿Para cuándo unos instrumentos adecuados para la prevención?
No es solo una cuestión de dinero, también se necesita saber de qué se está hablando cuando hablamos de violencia contra la mujer. Y en este país, muy pocos saben, realmente, que significa decir que la violencia conyugal es una manifestación del sistema de valores culturales que configuran una comunidad en la que se subordina a la mujer (pérdida de autonomía) con respecto al hombre.
En fin, lo digo de otra manera, pero lo vuelvo a decir: hasta que no seamos conscientes de que debemos arrancar la condición de la mujer de los márgenes de la noticias; hasta que no tengamos claro que debemos convertir su causa, que es la nuestra, en el núcleo de una necesaria transformación del mundo en el que vivimos, poco futuro nos espera, porque cada vez que una mujer es víctima de la violencia conyugal, social y cultural, en cualquier lugar, este mundo es un poco más oscuro, triste y se acerca cada vez más aprisa a un destino de extinción.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Programa integral de intervención en el sistema educativo

Desde que acabé la investigación y se publicó he seguido trabajando en la elaboración de un programa de intervención integral en el sistema educativo.
Siempre he considerado, y basta leer este blog o La soledad de Mae para darse cuenta de ello, que en la lucha por la erradicación de la violencia contra la mujer, no sólo debíamos invertir dinero y crear una red de asistencia integral para las vícitmas, sino que además debíamos intervenir en el sistema educativo como el espacio propio para la prevención.
Ahora bien, a pesar de lo que se diga, los programas de intervención en el sistema educativo deben tener una doble domensión: por un lado deben incidir en todos los aspectos del proceso educativo: actividades extraescolares, tutoría y cirrçículo. Por otro, deben desarrollarse desde el sistema de valores culturales que pretendemos erradicar.
Obviar estas dos dimensiones es lo que hace que la mayoría de los programas fallen, como bien sabemos los profesores y el propio alumnado.
Pues bien, mi programa de intervención en lo que se refiere a las tutorías, que es el que ahora te presento, ya está terminado y la editorial Pirámide (del grupo Anaya) lo publica a finales de este mes con el título ¿Y tú que quieres ser...? Intervención contra la violencia de género en las tutorías de la ESO,(200 páginas ISBN 978-84-368-2418-6 ı 266015). El resto del programa todavía no se ha publicado.

Este programa parte de una idea fundamental que aunque parezca obvia, os puedo asegurar que la inmensa mayoría de las personas que se dedican a tratar del problema de la violencia contra la mujer, no se dan cuenta: que es un problema complejísimo que nos afecta a todos, puesto quie es una consecuencia de nuestro sistema de valore, no como occidentales, sino como humanos.
Por esta razón, debemos tener en cuenta de que antes de impartir un
programa de este tipo, debemos saber de qué estamos hablando realmente y de cómo se presentan esatas estructuras de valores en nosotros. Si lo hacemos así nos daremos cuenta, asimismo, de que aproximarnos al fenómeno de la violencia contra la mujer es siempre una tarea ardua, tanto por la complejidad del tema como por la cantidad de prejuicios que suelen rodear e incluso oscurecer esta cuestión.
Vivimos en un mundo de violencia, y eso nadie puede negarlo. La encontramos a nuestro alrededor: en la calle, en las familias, en los institutos, en la sociedad en general, desplegándose cotidianamente a través de conductas, actitudes, y prejuicios que nos invaden y nos convierten unas veces en víctimas, otras en agresores, las más en cómplices o en testigos. ¿Quién de nosotros no ha sufrido “en carne propia o ajena” una experiencia cotidiana de violencia en el aula o en el instituto?
¿Es un déficit de las estrategias para las relaciones interpersonales? ¿Es el resultado esperable de una especie que ejerce un dominio despótico e irresponsable en el mundo? ¿Es la causa de vivir en familias desestructuradas? ¿Es la consecuencia de un estilo de vida vertiginoso que nos “promete” un éxito fácil y rápido?
Como verás si sigues este programa, de todo un poco hay.
Sea como fuere, y esto lo sabemos muy bien los profesores, la violencia se convierte cada vez más en un recurso fácil e inmediato que se utiliza para imponer criterios, valores, ideas y voluntades; un instrumento cotidiano que regula las relaciones entre las personas y que atenta contra su integridad física, psíquica, económica y sexual.
¿Qué podemos decir objetivamente de la violencia?
1. Que durante la adolescencia es cuando aparecen conductas asociadas a comportamientos antisociales: sobre los 13 años para ellos y sobre los 14 para ellas, y desaparecen normalmente entre los 17 y 18 años en ellas y los 23 y 24 en ellos.
2. Que la tasa más alta de agresión y victimización se da entre los 20 y los 24 años.
3. Que el sexo masculino es el factor de riesgo más elevado tanto en lo que se refiere a los agresores como a las víctimas: 20% de factores genéticos, más 20% de factores evolutivos, más 60% de factores ambientales, tienen la culpa.
4. Que estas características se cumplen en todos los tipos de violencia salvo en uno: LA VIOLENCIA DE GÉNERO en todas sus manifestaciones (física, sexual, psicológica y económica) en la que el agresor es el hombre y la víctima: la mujer.
Y lo más curioso de todo es que es precisamente este último aspecto de la violencia el que más rechazo suscita.
Los datos son incuestionables, trágicos, inmorales e injustos (lo podrás ver a lo largo del programa), y convierten a la mujer en un sujeto subordinado y sometido a lo masculino. Lo dice la ONU, la OMS, la Unión Europea, los distintos gobiernos: y sin embargo, la mayoría de las personas tendemos a no admitirlo, a negarlo abiertamente usando argumentos que como profesores que somos, no admitiríamos en nuestros propios alumnos: “como a mí no me pasa, entonces NO pasa”. Cierto es que este tipo de argumento (en el que se universaliza lo particular) es muy común, pero debemos resaltar dos cuestiones: primera, que es erróneo y, por tanto, inválido; segunda, que no hacemos lo mismo con otros fenómenos cotidianos que afectan a nuestras emociones.
En efecto, a nadie se le ocurre decir: “como yo no soy pobre, entonces no existe la pobreza”, ni “como yo no tengo un tumor, entonces no existe el cáncer”, etc., y sin embargo, todo lo que se refiere a la violencia estructural contra la mujer es, cuanto menos, minimizado; y todas las medidas que se toman para combatir ese tipo de violencia estructural es criticado.
Lo sé muy bien, llevo desde 1990 dedicándome a estas cuestiones: investigando, escribiendo libros y artículos, dando conferencias, impartiendo y organizando cursos de concienciación (policías, personal sanitario, profesores, alumnos), creando programas de intervención, etc. No, no es flor de un día, ni oportunismo mediático: son ya 19 años de dedicación, con mejores o peores resultados, al conocimiento de la violencia estructural contra la mujer y a la lucha para erradicarla.
Y, precisamente, fruto de esta dedicación es lo que te presento aquí: un programa para la tutoría que he creado y puesto en práctica, como parte de un programa integral para que los alumnos puedan reconocer y modificar todo el sistema de valores que subordinan a la mujer y la convierten en víctima de violencia de género, aun cuando ninguna que conozcas lo haya sufrido directamente:
Si te das cuenta acabo de introducir una variable nueva: sistema de valores, y es precisamente aquí donde está la clave de todo. La violencia contra la mujer sólo se puede erradicar si actuamos en el ámbito de la prevención, y esto sólo es posible si somos capaces de ir más allá de las historias personales de maltratadas y maltratadotes y nos centramos en los valores culturales (y los intereses sociales asociados) que hacen posible la violencia estructural contra la mujer.
No esperes, porque no existen, respuestas fáciles al fenómeno de la violencia contra la mujer. Hay que abordarlo poco a poco y hasta el final, desde una multiplicidad de saberes: Historia, Biología, Lengua, Filosofía, Matemáticas, Arqueología, Política, Antropología, etc., con el objetivo de construir un contexto adecuado para comprenderlo en tanto que fenómeno universal, para reconocer cómo se presenta en nosotros y para intervenir como personas y profesionales de la enseñanza, en su erradicación.
Si decides indagar en él, verás que este programa te ofrece algunas novedades importantes que suponen una modificación esencial con respecto al tratamiento de la violencia estructural contra la mujer:
Primera: Toma como punto de partida la situación real del sistema educativo: curriculos, tutorías, horarios, temporalización, etc.
Y por eso el programa de tutoría no sólo no excede de siete horas, sino que, además, se puede impartir en menos (o en más), dependiendo de las circunstancias específicas del alumnado y del profesorado. En cualquier caso se te ofrecen distintas maneras de abordarlo, acortarlo y/o ampliarlo.
¿De qué sirve proponer un programa de 10 sesiones, pongamos por caso, que, además utiliza vídeos, lo que puede prolongar el programa dos o tres horas más: ir a por la televisión o el ordenador, trasladarlo al aula, hacer las conexiones, que funcionen todo perfectamente, etc., consume mucho tiempo que debe ser tenido en cuenta. Además, si el programa coincide en los días con exámenes, recuperaciones, actividades extraescolares, fiestas, etc., nos puede llevar a añadir en el tiempo otras tres semanas, más o menos, con lo que las diez sesiones se prolongarían como mínimo a 16 semanas, puesto que las tutorías de 4º de la ESO son de una hora semanal.
Si miramos un calendario, entonces nos daríamos cuenta que nos va a coincidir con períodos vacacionales, con lo que, prácticamente, la tutoría de 4º de la ESO sólo podría tratar este tema y poco más.
Segunda: Centra los objetivos en el reconocimiento y la transformación de los valores que producen la violencia doméstica, apuntando, por tanto, al epicentro del fenómeno de la violencia estructural contra la mujer, y se centra en las causas y no en los efectos.
Por esta razón los objetivos y contenidos del programa no deben tener un carácter autobiográfico, o lo que es lo mismo, una concepción de la violencia contra la mujer, como un problema psicológico que afecta a agredidas y agresores, porque eso es, precisamente, la condición necesaria para que sea imposible combatir la violencia doméstica como un fenómeno universal, o generar una comprensión estructural adecuada de los valores que producen violencia y discriminación contra la mujer.
Las habilidades sociales dependen de un contexto de interpretación, en sí mismas carecen de valor: así, por ejemplo, llevarse algo a rastras es la idea de matrimonio para los yanomamos de la selva brasileña. Todos sabemos identificar futuras relaciones violentas, pero de lo que se trata es de prevenir. Modificar modos-de-ser y sentirse (causas) no es lo mismo que modificar conductas (efectos). Recuerden que el aprendizaje y el aprehendizaje no siguen los mismos patrones.
Se nos olvida, además, que las alumnas y los alumnos saben reconocer las actitudes machistas y violentas. Pero siguen generando relaciones complementarias negativas (dominio/sumisión) que subordinan a la mujer, porque desde una perspectiva de valores culturales, el individuo es trascendido por la relación: ser madre, ser esposa, ser padre, ser marido, etc., y por las funciones sociales atribuidas a cada sexo.
De nada sirve, pues, un programa que no incide en el sistema de relaciones, sino que sigue considerando el maltrato desde una perspectiva reduccionista del yo y sus conductas.
¿Significa esto que no se tiene en cuenta la experiencia cotidiana de los alumnos?
Por supuesto que no.
Tercera: La metodología consiste en tomar como punto de partida la experiencia cotidiana de los alumnos para conectarla con el sistema de valores culturales que la hacen posible, de tal modo que los alumnos reconocen esos valores en ellos mismos y en los demás, lo que contribuye de manera decisiva a modificarlos, comprender los impulsos, biológica y socialmente inducidos, que tienen que ver con las relaciones de amor y de familia, y denunciar citaciones de violencia contra la mujer que ocurren a su alrededor.
Si queremos prevenir la violencia doméstica tenemos que actuar sobre las causas, y como éstas tienen que ver con los modos de ser y de sentir las relaciones de género en el interior de una sociedad y de una cultura, entonces tenemos crear estrategias que pasan por la generación de modelos de intervención cultural, que es precisamente otra de las novedades que este programa presenta (la cuarta).
Pero la novedad va más allá, porque lejos de ser un programa dicotómico en el que se sitúa a los alumnos ante una disyuntiva clara: elegir un tipo de relación de género no sexista u otro que perpetúa la estructura de complementariedad negativa entre lo masculino (dominio) y lo femenino (subordinación), esperando que los alumnos elijan la opción primera, asume sin reservas que aunque esta sea la opción asumida racionalmente, emocionalmente se decantan por la segunda.
Como dicen Reyna y Farley (2007) el modelo de decisión dicotómica se fundan en teorías sobre los procesos de decisión denominadas “estructuras de la decisión conductual” o “teoría de actualización razonada” y se basan en el presupuesto de que los adolescentes van a poner en una balanza equitativa riesgos y beneficios y que su comportamiento obedecerá entonces ala decisión racional.
Pero obvian un dato muy importante: los cerebros adolescentes tienden a conceder más peso a los beneficios y menos a los perjuicios, por lo que se dejan arrastrar más por sus emociones que por las razones. No podemos negar que los efectos químicos del enamoramiento son más poderosos que cualquier principio racional que intente advertir sobre las funestas consecuencias biológicas (celos, depresión, etc) y socioculturales que puede arrastrar.(subordinación de la mujer a través de su reducción a los papeles de madre y esposa).
Las zonas del cerebro que más tarde se desarrollan (maduran) son las que están asociadas a las funciones cerebrales que implican actividades como: planificación, razonamiento y control de impulsos (no hasta los primeros años de adultos).
Investigadores EEUU de las Univ. De California en S. Francisco, de la Univ. De Illinois de Chicago, del Instituto Nacional de Salud Menta, establecen la alternativa de ayudar a los adolescentes a que piensen más como los adultos, de manera más intuitiva.
Aunque parezca contrario a Piaget creador de la psicología del desarrollo: los niños son intuitivos y se desarrollan a adultos analíticos, considero que más que una oposición se trataría de un sincretismo, ya que aunque los adultos desarrollen un cerebro analítico, es cierto que por eficacia electiva: como en antropología con los hábitos, no pueden estar continuamente revalorizando y decidiendo, por lo que crean, a través de los valores, sistemas de respuestas inmediatas. Y eso es lo que he pretendido hacer con mi programa.
- No sopesar riesgos y beneficios, sino reducir beneficios y compararlos con otros beneficios de otras alternativas. No tanto qué malas son esas relaciones sino qué tipo de relaciones son mejores.
- Como dice Aristóteles, los jóvenes carecen de experiencia, eso significa que les cuesta entender la idea de “consecuencias dañinas”… Hay que centrarse en las consecuencias, mediante la crítica de los tópicos que favorecen las relaciones de riesgo y ayudar a que ellos alcancen las conclusiones oportunas. Esto hace que estas decisiones se fijen de manera más duradera.
- Sería ideal que el contexto: normas familiares, medios de comunicación, programas de educación, contenidos conceptuales y actividades por parte del alumnado, refuercen este modelo construido por el alumno.
- Asimismo, dado que hay que controlar y revisar su sistema de relaciones y conductas, habría que implicar a los padres.
- Además, hay que ayudarles a que se comprometan consigo mismos a través de la lucha contra la violencia sobre la mujer.
Quinta: Tiene en cuenta la realidad del profesorado, sus intereses, motivaciones y formación.
Por eso, está diseñado para que pueda ser impartido por monitores externos o por el propio profesorado que ejerce la tutoría.
Como las tutorías pueden recaer en cualquiera y la formación es muy variada, el manual del profesor ofrece una amplia información que cubre muchas disciplinas distintas conformando un entramado contextual que explica diacrónica y sincrónicamente, las causas biológicas, sociales y culturales que subyacen a la violencia estructural contra la mujer.
Si te fijas en el índice, se te ofrece una amplísima base de información en áreas que tú no dominas o dominas menos, en relación con todas las demás áreas, por lo que te facilitará mucho la labor de comprender y desarrollar el programa de tutoría desde tu propia área de conocimiento.

sábado, 3 de abril de 2010

Todo sigue igual

El otro día (24/03/2010) estuve escuchando en el telediario las conclusiones de un informe que habían hecho el Ministerio de Igualdad y el de Interior acerca de la lucha contra las redes de prostitución: precisamente, en estos momentos me encuentro inmerso en una investigación sobre la prostitución y la violencia contra la mujer. Me quedó un regusto amargo y no por la noticia en sí, sino porque desde hace algún tiempo espero tener noticias del Ministerio de Igualdad referidas al sistema educativo.
No puedo por menos que seguir sorprendiéndome de la falta de recursos, voluntad, conocimientos, o lo que sea, tanto de las personas que toman decisiones como de las que asesoran.
¿Qué queréis que os diga? Cada día que pasa me queda una sensación más profunda de oportunidad perdida.
Que se esté violando sistemáticamente la “Ley Integral” que obliga a tomar medidas estructurales contra la violencia de género en el sistema educativo, ya no me extraña. Que siga habiendo un desconocimiento tremendo acerca de los problemas que sufre “la mujer” en el mundo, en general, y en esta sociedad, en particular, tampoco me extraña. Que por ignorancia, dejadez, intereses, etc., se permita que se atente continuamente contra la dignidad de la mujer por parte de curas-oscuros-de-manos-largas; beatos-ignorantes-de-moral-tiránica; políticos-idólatras-de- neuronas-fáciles, etc., me lo puedo esperar. Pero que en pleno 2010 no se haya tomado la determinación de actuar sobre el sistema educativo como parte de una estrategia esencial contra la violencia de género… eso sigo sin entenderlo.
Pero vamos a ver, es barato, les puede proporcionar mucha publicidad favorable y puede hacer un bien enorme. ¿Qué más quieren?
Sí, ya sé que me van a decir que el Ministerio de Igualdad ha puesto en marcha los premios Irene, que el Instituto de la Mujer de la Región de Murcia ha contratado (no se sabe por cuánto) el programa de la “Máscara del amor”, y no digo yo que no sean buenas acciones: a falta de pan…, pero lo cierto es que estas medidas no son suficientes y, además, tienen un efecto más publicitario que educativo. Es como si nuestras autoridades competentes agotasen todos su recursos económicos e intelectuales en campañas publicitarias, como la reciente de la "tarjeta roja". Un simple comentgario a colación: esta campaña, como tantas otras, me parecen de una inmoralidad absoluta. Lo siento, pero es así. Estamos hablando de un fenómeno muy grave, que no remite, que se asienta en un sistema de valores intocable que, además se radicaliza en determinadas posiciones y, sin embargo, seguimos tratándolo publicitariamente, como si de la venta de un produto se tratara, un p`roducto que ni tan siquiera tiene demanda, porque nuestras autoridades ¿competenes? no han sabido crear dicha demanda. Pero lo peor de todo es que dentro de una generación seguiremos así.
Soy consciente de que con estas palabras no gano adeptos, pero les aseguro a las autoridades competentes que a la hora de intervenir en educación, y si se quiere ser efectivo, se debe desarrollar una estrategia que se expanda por toda la estructura del propi sistema.
Los pasos son muy claros:
1. Contar con un programa integral de intervención que abarque todas las dimensiones cotidianas del quehacer educativo: tutorías, actividades extraescolares, contenidos de las asignaturas, y que tenga en cuenta la realidad de los IES.
2. Que el tema de la igualdad entre los “géneros”, la autonomía de la mujer y la violencia doméstica, no sea tratado transversalmente, sino nuclearmente.
3. Que se cuente con un programa de formación para el profesorado, ya que es muy importante que SEPAMOS de qué se está hablando.
Pongamos algunos ejemplos extraídos de los cursos que doy a profesores, policías, alumnos universitarios (Máster de Género)…
a) La inmensa mayoría piensan que la Ley Integral es injusta, aunque no saben nada de esa ley.
b) La inmensa mayoría consideran que la mujer se aprovecha de esa Ley, "tributaria del feminismo radical", para “machacar” al hombre: denuncias falsas, beneficios en la separación, venganzas personales…
c) La inmensa mayoría tienen un desconocimiento absoluto de qué es la violencia contra la mujer desde una perspectiva cultural y social.
d) La inmensa mayoría mantienen unos sistemas de valores de dominación y subordinación de lo femenino frente a lo masculino y no son conscientes de ello.
Y esto ocurre tanto en mujeres como en hombres, tanto en jóvenes como en no tan jóvenes.
e) La inmensa mayoría está a favor de la "igualdad" entre mujeres y hombres, pero siguen manteniendo los valores tradicionales asociados a las relaciones entre la masculinidad y la femenidad, que subordinan a la mujer con respectio al hombre.
d) Etc.
4. Introducir estos programas en los centros educativos con personal externo e interno.
No se debe dejar el desarrollo de este programa exclusivamente al arbitrio del profesorado de los centros. No se nos puede olvidar que un centro educativo no es una "sociedad" ideal, sino un reflejo de la sociedad real y no nos debe sorprender que en la mayoría de ellos ni tan siquiera se vea la violencia contra la mujer como un problema social, y mucho menos cultural.
5. Introducir todas estas estrategias, contenidos, etc. en la formación del futuro profesorado a través del máster correspondiente.
Pero, pro favor, hay que asegurarse de que esto lo lleve a cabo personal auténticamente cualificado, que lo hay, pero por desgracia también abunda lo contrario: los que aprovechan la coyuntura para conseguir beneficios académicos, económicos, etc., y, por desgracia, son los que más salen en la foto.

Seguimos en el mismo sitio y parece ser que por mucho tiempo.
Un saludo.

domingo, 10 de enero de 2010

La mujer: custodia y subordinación

Ya dije en su momento (entrada de mayo de 2009), que no iba a hacer ningún juicio de valor acerca del aborto y hoy, tampoco lo voy a hacer. Dos son las razones personales que fundamentan esta decisión:
La primera tiene que ver con el hecho de que soy un hombre, o lo que es lo mismo, que estoy situado en el lado cómodo de la opinión, aquel en el que se puede hablar sin sufrir ninguna de las consecuencias derivadas de nuestras decisiones.
La segunda razón, relacionada con la primera, tiene que ver con el hecho de que tengo un profundo respeto por todas aquellas personas que tienen que decidir desde su propia existencia y destino, y este respeto esencial me lleva, a su vez, a un profundo respeto hacia las propias opciones que toma esa persona.
En consecuencia, y a pesar de los ladridos misóginos y descerebrados de arzobispos, imanes, y demás fauna del bestiario humano, tampoco hoy voy a dar mi opinión acerca del aborto, no soy nadie para darla, e insisto en que sólo se la daría a una amiga, a título personal, y si me lo pidiese.
Pero a estas alturas de la historia de la humanidad (S. XXI), me pregunto por qué somos tan ruines, ignorantes, injustos y peligrosos para las mujeres: todo discurso acerca del aborto oculta un dominio sobre la mujer y una negación de la misma como sujeto ético y político autónomo.
¿Por qué nadie habla de qué significa la maternidad y la paternidad desde una perspectiva social y cultural? ¿Por qué nadie dice nada acerca de cómo afecta la maternidad y la paternidad a la mujer y al hombre, en lo que se refiere a su vida cotidiana como persona?
Todos sabemos que no es lo mismo ser madre que ser padre, que al seguir siendo el hombre el sujeto social y cultural dominante, todo lo que se le pide es una paternidad pública responsable: amor, reconocimiento, sustento. ¡Y nada más!
Mientras, la mujer continua siendo un sujeto social y cultural subordinado a la maternidad y desde esta perspectiva queda subordinada a su propia función biológica. Lo que se le exige es: amor, comprensión, sustento y renuncia. ¡Nada más y nada menos!
Por decirlo de una manera muy simple: tenemos todo un sistema de creencias (religiosas y/o laicas) que reducen a la mujer a un papel de madre y esposa, por lo que entonces es “normal” que pase inadvertido el hecho de que cuando una mujer se case o tenga un hijo, deba abandonar su trabajo (completa o parcialmente), para dedicarse a su familia (eso es lo que espera la sociedad de ellas), o deba dedicarse al cuidado de mayores dependientes (incluyendo a sus propias parejas).
A modo de recordatorio:
Para el 64,6% de los españoles es ideal que en una familia los dos cónyuges trabajen fuera de casa, mientras que el ¡33,4%! considera que la mujer debe estar siempre en casa o, al menos, menos horas fuera de casa que el marido, pues debe ocuparse de las labores del hogar.
Pero, y a pesar de ese 64, 6% que afirma que es ideal que la mujer trabaje fuera de casa, ¡más del 80%! de la población española considera que la función propia de la mujer es “ser madre”.
Así nos encontramos con que a pesar de lo avanzados que creemos ser, la realidad es que:
- El 72% de las mujeres trabajadoras tienen jornada parcial para poder dedicarse al cuidado de menores y mayores dependientes.
- El porcentaje de mujeres que abandonan el mercado de trabajo aduciendo motivos familiares supera por muchísimo al de los hombres: más del 95% para ella, menos de 5% para ellos.
- El 22% de las mujeres empresarias afirman que su pareja es el mayor lastre para su labor profesional.
Y así podríamos seguir analizando todas las sociedades a lo largo y ancho de este mundo para ver que la situación de la mujer es bastante vulnerable en comparación con la de los hombres: economía (sueldos, dobles jornadas de trabajo), familia, violencia (violaciones, violencia conyugal, acoso,…) doble moral, política (distribución del poder), religiones, etc., etc.,… distintos espacios en los que la mujer SIEMPRE SALE PERDIENDO con respecto al hombre.
Además, con unos valores de dominación masculina y una sociedad de subordinación femenina, es “normal” que algunos hombres (demasiados, por desgracia) se crean amos y señores de las mujeres con las que mantienen relaciones, con lo que las agresiones: físicas, psicológicas, sexuales y económicas estarían justificadas para ellos.
Y si no que se lo digan al arzobispo de Granada cuando legitima la violencia contra las mujeres que hayan abortado. Para quien no lo sepa este individuo afirmó públicamente que cuando una mujer aborta le está dando licencia absoluta al hombre para que abuse de su cuerpo.¡Y nadie lo acusa, juzga y encarcela! ¿Dónde está el Ministerio de Igualdad?
A ver si empezamos a asumir que estamos en un mundo en el que la mujer debe ser protegida a toda costa y que dicha protección no consiste en custodiarla, velarla y subordinarla, sino en reconocer y respetar sus opciones y decisiones como sujetos éticos y políticos autónomos.
Debemos crear una realidad en la que esto sea posible, en el que cada mujer pueda decidir por sí misma y desde sí misma, qué es lo que quiere ser.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Jornadas contra la violencia doméstica

Quiero presentaros las Jornadas que he realizado contra la violencia Doméstica para los Instituos de Murcia y para la Universidad.
Hay que tener en cuenta que estas Jornadas forman parte de un programa integral de intervención en los institutos en el que he estado trabajando los últimos tres años y que ya he finalizado.
Ya os hablé de él y, desde entonces, nada nuevo hay.
Tanto la Concejalía de Sanidad, como la de Bienestar Social han mostrado un interés especial en apoyar este programa(la parte correspondiente al Programa de Tutoría), que ha recibido los informes favorables del personal técnico de ambas concejalías, además de una mención honorífica por parte del Ministerio de Igualdad y del Ministerio de Educación, pero, por lo visto, se necesitan 7 u 8 mil euros para ponerlo en marcha en los centros dependientes del Ayuntamiento de Murcia y, claro, parece ser qyue para eso no se consigue finaciación...
Bueno, aquí tenéis el prgograma de las Jornadas. Espero que os guste y que os acerquéis a participar.
Aprovecho para agradecer a todas las personas que colaboran conmigo en la organización y desarrollo de estas Jornadas, incluyendo a todas las personas (grandes especialistas) que van a dar conferencias y van a aportar sus creaciones artísticas sin percibir nada a cambio, salvo la participación en un proyecto con el que se ven (nos vemos) comprometidos.



II Jornadas Contra la Violencia de Género de los IES y la Universidad de Murcia


Título: Una aproximación crítica al fenómeno de la violencia contra la mujer en la sociedad española: logros y retos.

Tras casi 5 años desde la aparición de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral Contra la Violencia de Género, ya va siendo hora de que éste fenómeno sea conocido en la sociedad en todas sus dimensiones.
Estamos demasiado acostumbrados a pensar en la violencia contra la mujer desde una perspectiva reduccionista, aunque terriblemente trágica, que se centra en los casos de muerte, de los que en demasiadas ocasiones se hace puro espectáculo. Pero lo cierto es que la violencia de género hunde sus raíces en unos modos de organización social y unos modos de pensarnos y sentirnos en el interior de las relaciones de pareja que convierten a la mujer en un sujeto subordinado.
Desde estas Jornadas pretendemos ofrecer al alumnado en particular y a la sociedad en general una visión global del fenómeno de la violencia de género, desde la palabra de las personas que trabajan en este ámbito y desde las imágenes con las que una serie de artistas presentes y futuros quieren movernos a la reflexión.
Pero además, queremos que dicha visión no sea ni estática ni complaciente, sino tremendamente crítica y, por ello, no sólo pretendemos ofrecer una perspectiva del trabajo que desde distintos ámbitos: sanitario, judicial, educativo, psicoterapéutico, universitario, policial, político, etc., se está realizando, sino también una aproximación crítica que nos muestren los problemas, carencias y retos con los que tenemos, y tendremos, que enfrentarnos si queremos (si fuera posible) erradicar la violencia de género como fenómeno estructural.
Por último, y precisamente por este objetivo ideal, utópico y creemos que posible, la concienciación y la sensibilización se van a conformar como el horizonte final de estas Jornadas, porque somos conscientes de que, sea como fuere, la erradicación de la violencia contra las mujeres pasa por el hecho de que en un futuro seamos capaces de pensar en una sociedad sin violencia (económica, política, física, psicológica, familiar…) de género.



Colaboran
- Delegación del Gobierno en la Región de Murcia.
- Vicerrectorado de Extensión Universitaria.
- Concejalía de Bienestar Social, Área de la Mujer. Ayuntamiento de Murcia
- AIEMUM (Asociación de Intercambio de Estudiantes de Medicina de la Universidad de Murcia)
- CEUM (Consejo de Estudiantes de la Universidad de Murcia)

- Dña. Francisca Munuera (Delegación del Gobierno)
- Dña. Juana Herreros (Concejalía de Bienestar Social, Área de la Mujer)
- Doña. Carmen Romero (Profesora del Departamento de Dibujo)
- Doña. Asunción Pérez (Profesora del Departamento de Dibujo)
- Dña. Eva Santos (Profesora de Bellas Artes)
- Dña. Genoveva Aparicio Sierra (Alumna ADE)
- D. Rubén Antonio Jiménez Ros (CEUM)
- Dña. Diana Gandhour Fabre (Alumna de Medicina)

IES QUE PARTICIPAN
- IES Infante D. Juan Manuel (Murcia)
- IES Saavedra Fajardo (Murcia)
- IES Alfonso X (Murcia)
- IES La Flota (Murcia)
- IES Ramón y Cajal (Murcia)
- IES Salvador Sandoval (Las Torres de Cotillas)
- IES de Alquerías (Alquerías)
- IES Poeta Sánchez Bautista (Llano de Brujas)


Las Jornadas se desarrollarán de modo paralelo con dos programas distintos: uno para universitarios que se celebrarán en el Paraninfo de la Universidad (16 a 18 de noviembre) y otro a alumnos de IES (16 a 20 de noviembre) que se celebrarán en el salón de actos del Edificio Moneo.

UNIVERSIDAD

DÍA 16 DE NOVIEMBRE

10.00h. Inauguración. D. Rafael González Tovar.
Delegado del Gobierno para la Región de Murcia

Mañana
10:30 h. Conferencia inaugural.
-Dña. Rosa María Peris Cervera. Directora General del Instituto de la Mujer. Ministerio de Igualdad.

12:00h. Conferencia
Dña. Gloria Virginia Bombín Palomar. Jueza del Juzgado de Violencia contra la Mujer nº 2 de Murcia.
"La Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género”

Tarde
17:00 h. Conferencia
Dña. Marina Tourné (Médico de Atención Primaria)
“Aproximación a la Violencia contra la mujer: Contribución desde los servicios sanitarios”.

18:00h h. Inauguración de la Exposición en el Claustro de la Universidad.
D.Guillermo Díaz Baños. Vicerrector de Extensión Universitaria. Universidad de Murcia

DÍA 17 DE NOVIEMBRE

Mañana
10:30h. Conferencia
Dña. María de los Ángeles Miñarro (Psicóloga de la Oficina de Asistencia a Víctimas de Delitos. Juzgado de Cartagena y del Dispositivo 112 para la Violencia Familiar)
“Intervención Psicológica con víctimas de Violencia Familiar: Presente y futuro".

12:00h. Conferencia
Dña. Teresa Vicente. (Profesora Facultad de Derecho. Universidad de Murcia)
“Derechos Humanos y violencia de género”.

Tarde

17:00h. Mesa Redonda (Alumnas)
- Dña. Diana Gandhour Fabre (4º de Medicina)
- Dña. María Francisca Padilla Rodríguez (Estudiante de 5º de Psicología)
- Dña. Irene Hernández Sánchez (4º de Sociologia)

18:15 h. Concierto a cargo de la Coral DeMúsica Ensemble
Dirige: Dña. María de los Ángeles Zapata



DÍA 18 DE NOVIEMBRE

Mañana

10:00 h. Conferencia
Dña. Francisca Munuera. (Jefa de la Unidad de Coordinación contra la Violencia sobre la Mujer - Delegación del Gobierno)
“Políticas para la erradicación de la violencia de género”

11:30 h. Conferencia:
D. Javier Ortega. Profesor de instituto y autor de La soledad de Mae. Una investigación antropológica sobre la violencia doméstica.
“Los contextos de la violencia contra la mujer. ¿Cómo abordarlos desde el sistema educativo?

12.45h. Acto de Clausura.


PROGRAMA PARA LOS I.E.S.
Lugar: Salón de Actos Edificio Moneo. Murcia

DÍA 16 DE NOVIEMBRE

10.00h. Inauguración. D. Rafael González Tovar.
Delegado del Gobierno para la Región de Murcia

10:30 h. Conferencia inaugural.
-D. Miguel Lorente Acosta (Delegado del Gobierno para la Violencia de Género). Paraninfo de la Universidad de Murcia

12:30h. Inauguración a cargo de Dña. Mª Carmen Pelegrín (Concejala de Bienestar Social) de la Exposición de obras de los alumnos y del profesorado en la Sala de Exposiciones de El Carmen.

DÍA 17 DE NOVIEMBRE

10 h: Presentación de las Jornadas
Dña. Maruja Pelegrín. Concejala Bienestar Social. Ayuntamiento de Murcia.

10:30 h.: Conferencia
Dña. Juana Herreros Bustamante. Área de Mujer. Concejalía de Bienestar Social. Ayuntamiento de Murcia.
“Relación amorosa y violencia de género".

12:30h. Visita a la Exposición de obras de los alumnos y del profesorado en la Sala de Exposiciones de El Carmen.


DÍA 18 DE NOVIEMBRE

10:30h.: Conferencia
Guardia Civil (Equipos de Mujer y Menor-EMUME), Cuerpo Nacional de Policía (Servicio Atención a Familia-SAF) y Equipo de atención y Protección a la familia de Policia Local-Murcia ( EPAF).

“Actuación Policial ante la Violencia de Género”.

12:30h. Visita a la Exposición de obras de los alumnos y del profesorado en la Sala de Exposiciones de El Carmen.

DÍA 19 DE NOVIEMBRE

10:30h.: Conferencia
D. Javier Ortega: Doctor en Filosofía y profesor de instituto.
“Los contextos de la violencia contra la mujer”

12:30h. Visita a la Exposición de obras de los alumnos y del profesorado en la Sala de Exposiciones de El Carmen.

DÍA 20 DE NOVIEMBRE

10:30h.: Conferencia.
Dña. Lola López Mondéjar (Psicoanalista y escritora)
"Pegarse/des-pegarse: vicisitudes del vínculo amoroso"

12:30h. Visita a la Exposición de obras de los alumnos y del profesorado en la Sala de Exposiciones de El Carmen.

Os espero.

viernes, 11 de septiembre de 2009

¿Cuándo en Educación?

Aproximarnos al fenómeno de la violencia contra la mujer es siempre una tarea ardua, tanto por la complejidad del tema como por la cantidad de prejuicios que suelen rodear e incluso oscurecer esta cuestión.
Vivimos en un mundo de violencia, y eso nadie puede negarlo. La encontramos a nuestro alrededor: en la calle, en las familias, en los institutos, en la sociedad en general, desplegándose cotidianamente a través de conductas, actitudes, y prejuicios que nos invaden y nos convierten unas veces en víctimas, otras en agresores, las más en cómplices o en testigos. ¿Quién de nosotros no ha sufrido “en carne propia o ajena” una experiencia cotidiana de violencia en el aula o en el instituto?
¿Es un déficit de las estrategias para las relaciones interpersonales? ¿Es el resultado esperable de una especie que ejerce un dominio despótico e irresponsable en el mundo? ¿Es la causa de vivir en familias desestructuradas? ¿Es la consecuencia de un estilo de vida vertiginoso que nos “promete” un éxito fácil y rápido?
De todo un poco hay.
Sea como fuere, y esto lo sabemos muy bien los profesores, la violencia se convierte cada vez más en un recurso fácil e inmediato que se utiliza para imponer criterios, valores, ideas y voluntades; un instrumento cotidiano que regula las relaciones entre las personas y que atenta contra su integridad física, psíquica, económica y sexual.
¿Qué podemos decir objetivamente de la violencia? (José Sanmartín, 2004)
1. Que durante la adolescencia es cuando aparecen conductas asociadas a comportamientos antisociales: sobre los 13 años para ellos y sobre los 14 para ellas, y desaparecen normalmente entre los 17 y 18 años en ellas y los 23 y 24 en ellos.
2. Que la tasa más alta de agresión y victimización se da entre los 20 y los 24 años.
3. Que el sexo masculino es el factor de riesgo más elevado tanto en lo que se refiere a los agresores como a las víctimas: 20% de factores genéticos, más 20% de factores evolutivos, más 60% de factores ambientales, tienen la culpa.
4. Que estas características se cumplen en todos los tipos de violencia salvo en uno: LA VIOLENCIA DE GÉNERO en todas sus manifestaciones (física-sexual, psicológica y económica) en la que el agresor es el hombre y la víctima: la mujer.
Y lo más curioso de todo es que es precisamente este último aspecto de la violencia el que más rechazo suscita.
Los datos son incuestionables, trágicos, inmorales e injustos y nos muestran una realidad en la que la mujer en un sujeto subordinado y sometido a lo masculino. Lo dice la ONU, la OMS, la Unión Europea, los distintos gobiernos: y sin embargo, la mayoría de las personas tendemos a no admitirlo, a negarlo abiertamente usando argumentos que como profesores que somos, no admitiríamos en nuestros propios alumnos: “como a mí no me pasa, entonces NO pasa”. Cierto es que este tipo de argumento (en el que se universaliza lo particular) es muy común, pero debemos resaltar dos cuestiones: primera, que es erróneo y, por tanto, inválido; segunda, que no hacemos lo mismo con otros fenómenos cotidianos que afectan a nuestras emociones.
En efecto, a nadie se le ocurre decir: “como yo no soy pobre, entonces no existe la pobreza”, ni “como yo no tengo un tumor, entonces no existe el cáncer”, etc., y sin embargo, todo lo que se refiere a la violencia estructural contra la mujer es, cuanto menos, minimizado; y todas las medidas que se toman para combatir ese tipo de violencia estructural es criticado.
Lo sé muy bien, llevo mucho tiempo dedicándome a estas cuestiones: investigando, escribiendo libros y artículos, dando conferencias, impartiendo y organizando cursos de concienciación (policías, personal sanitario, profesores, alumnos), creando programas de intervención, etc. No, no es flor de un día, ni oportunismo mediático: son ya alrededor de 17 años de dedicación, con mejores o peores resultados, al conocimiento de la violencia estructural contra la mujer y a la lucha para erradicarla.
Y, precisamente, fruto de esta dedicación lo tengo muy claro es que es necesario intervenir de manera integral en los centros educativos a través de programas esenciales (no transversales) para las tutorías, currículos y actividades extraescolares que hagan posible el reconocimiento y la modificación de todo el sistema de valores que subordinan a la mujer y la convierten en víctima de violencia de género, aun cuando ninguna que conozcas lo haya sufrido directamente:
Si te das cuenta acabo de introducir una variable nueva: sistema de valores, y es precisamente aquí donde está la clave de todo. La violencia contra la mujer sólo se puede erradicar si actuamos en el ámbito de la prevención, y esto sólo es posible si somos capaces de ir más allá de las historias personales de maltratadas y maltratadores y nos centramos en los valores culturales (y los intereses sociales asociados) que hacen posible la violencia estructural contra la mujer.
No podemos esperar, porque no existen, respuestas fáciles al fenómeno de la violencia contra la mujer. Hay que abordarlo poco a poco y hasta el final, desde una multiplicidad de saberes: Historia, Biología, Lengua, Filosofía, Matemáticas, Arqueología, Política, Antropología, etc., con el objetivo de construir un contexto adecuado para comprenderlo en tanto que fenómeno universal, para reconocer cómo se presenta en nosotros y para intervenir como personas y profesionales de la enseñanza, en su erradicación.
La creación y el seguimiento de programas integrales para intervenir en el alumnado es muy necesario. Como vemos año tras año la respuesta subjetiva que proporciona la intervención psicoterapéutica y judicial no son suficientes, aunque sí necesarias. De una vez por todas debemos plantearnos combatir los contextos de subordinackión de la mujer, que son, en última instancia, los que normalizan cualquier tipo de violencia contra la misma. Pero eso sí, si lo hacemos no debemos hacerlo a medias, o como puro escaparate, sino que debemos aumirlo como una tarea crucial cuyos beneficios, si es que se consigue, se podrán obtener a largo plazo. Lo siento por el Ministerio y los Institutos de la Mujer, pero con este tipo de actuaciones no se pueden obtener réditos políticos.
Yo he estado durante este último año ultimando un progrma integral de intervención en el aula, tomando como punto de partida un principio básico: la cuestión de la violencia contra la mujer se puede abordar desde muchas direcciones sin que suponga un "quebranto" al desarrollo de las actividades propias en los IES. Sin impedir el desarrollo de los currículos o de las tutorías, sin cargar con más trabajo a los tutores o a los profesores y,además, sin alterar los ritmos cotidianos de los centros.
Mi trabajo, en este sentido se basa en cuatro principios fundamentales:

Primero: Toma como punto de partida la situación real del sistema educativo: curriculos, tutorías, horarios, temporalización, etc.
Y por eso el programa de tutoría no sólo no excede de siete horas, sino que, además, se puede impartir en menos (o en más), dependiendo de las circunstancias específicas del alumnado y del profesorado. En cualquier caso se te ofrecen distintas maneras de abordarlo, acortarlo y/o ampliarlo.
¿De qué sirve proponer un programa de 10 sesiones, pongamos por caso, que, además utiliza vídeos, lo que puede prolongar el programa dos o tres horas más: ir a por la televisión o el ordenador, trasladarlo al aula, hacer las conexiones, que funcionen todo perfectamente, etc., consume mucho tiempo que debe ser tenido en cuenta. Además, si el programa coincide en los días con exámenes, recuperaciones, actividades extraescolares, fiestas, etc., nos puede llevar a añadir en el tiempo otras tres semanas, más o menos, con lo que las diez sesiones se prolongarían como mínimo a 16 semanas, puesto que las tutorías de 4º de la ESO son de una hora semanal.
Si miramos un calendario, entonces nos daríamos cuenta que nos va a coincidir con períodos vacacionales, con lo que, prácticamente, la tutoría de 4º de la ESO sólo podría tratar este tema y poco más.

Segundo: Centra los objetivos en el reconocimiento y la transformación de los valores que producen la violencia doméstica, apuntando, por tanto, al epicentro del fenómeno de la violencia estructural contra la mujer, y se centra en las causas y no en los efectos.
Por esta razón los objetivos y contenidos del programa no deben tener un carácter autobiográfico, o lo que es lo mismo, una concepción de la violencia contra la mujer, como un problema psicológico que afecta a agredidas y agresores, porque eso es, precisamente, la condición necesaria para que sea imposible combatir la violencia doméstica como un fenómeno universal, o generar una comprensión estructural adecuada de los valores que producen violencia y discriminación contra la mujer.
Las habilidades sociales dependen de un contexto de interpretación, en sí mismas carecen de valor: así, por ejemplo, llevarse algo a rastras es la idea de matrimonio para los yanomamos de la selva brasileña. Todos sabemos identificar futuras relaciones violentas, pero de lo que se trata es de prevenir. Modificar modos-de-ser y sentirse (causas) no es lo mismo que modificar conductas (efectos). Recuerden que el aprendizaje y el aprehendizaje no siguen los mismos patrones.
Se nos olvida, además, que las alumnas y los alumnos saben reconocer las actitudes machistas y violentas. Pero siguen generando relaciones complementarias negativas (dominio/sumisión) que subordinan a la mujer, porque desde una perspectiva de valores culturales, el individuo es trascendido por la relación: ser madre, ser esposa, ser padre, ser marido, etc., y por las funciones sociales atribuidas a cada sexo.
De nada sirve, pues, un programa que no incide en el sistema de relaciones, sino que sigue considerando el maltrato desde una perspectiva reduccionista del yo y sus conductas.
¿Significa esto que no se tiene en cuenta la experiencia cotidiana de los alumnos?
Por supuesto que no.

Tercero: La metodología consiste en tomar como punto de partida la experiencia cotidiana de los alumnos para conectarla con el sistema de valores culturales que la hacen posible, de tal modo que los alumnos reconocen esos valores en ellos mismos y en los demás, lo que contribuye de manera decisiva a modificarlos, comprender los impulsos, biológica y socialmente inducidos, que tienen que ver con las relaciones de amor y de familia, y denunciar citaciones de violencia contra la mujer que ocurren a su alrededor.
Si queremos prevenir la violencia doméstica tenemos que actuar sobre las causas, y como éstas tienen que ver con los modos de ser y de sentir las relaciones de género en el interior de una sociedad y de una cultura, entonces tenemos crear estrategias que pasan por la generación de modelos de intervención cultural, que es precisamente otra de las novedades que este programa presenta (cuarto).
Pero la novedad va más allá, porque lejos de ser un programa dicotómico en el que se sitúa a los alumnos ante una disyuntiva clara: elegir un tipo de relación de género no sexista u otro que perpetúa la estructura de complementariedad negativa entre lo masculino (dominio) y lo femenino (subordinación), esperando que los alumnos elijan la opción primera, asume sin reservas que aunque esta sea la opción asumida racionalmente, emocionalmente se decantan por la segunda.
Como dicen Reyna y Farley (2007) el modelo de decisión dicotómica se fundan en teorías sobre los procesos de decisión denominadas “estructuras de la decisión conductual” o “teoría de actualización razonada” y se basan en el presupuesto de que los adolescentes van a poner en una balanza equitativa riesgos y beneficios y que su comportamiento obedecerá entonces ala decisión racional.
Pero obvian un dato muy importante: los cerebros adolescentes tienden a conceder más peso a los beneficios y menos a los perjuicios, por lo que se dejan arrastrar más por sus emociones que por las razones. No podemos negar que los efectos químicos del enamoramiento son más poderosos que cualquier principio racional que intente advertir sobre las funestas consecuencias biológicas (celos, depresión, etc) y socioculturales que puede arrastrar.(subordinación de la mujer a través de su reducción a los papeles de madre y esposa).
Las zonas del cerebro que más tarde se desarrollan (maduran) son las que están asociadas a las funciones cerebrales que implican actividades como: planificación, razonamiento y control de impulsos (no hasta los primeros años de adultos).
Investigadores EEUU de las Univ. De California en S. Francisco, de la Univ. De Illinois de Chicago, del Instituto Nacional de Salud Menta, establecen la alternativa de ayudar a los adolescentes a que piensen más como los adultos, de manera más intuitiva.
Aunque parezca contrario a Piaget creador de la psicología del desarrollo: los niños son intuitivos y se desarrollan a adultos analíticos, considero que más que una oposición se trataría de un sincretismo, ya que aunque los adultos desarrollen un cerebro analítico, es cierto que por eficacia electiva: como en antropología con los hábitos, no pueden estar continuamente revalorizando y decidiendo, por lo que crean, a través de los valores, sistemas de respuestas inmediatas. Y eso es lo que he pretendido hacer con mi programa.
- No sopesar riesgos y beneficios, sino reducir beneficios y compararlos con otros beneficios de otras alternativas. No tanto qué malas son esas relaciones sino qué tipo de relaciones son mejores.
- Como dice Aristóteles, los jóvenes carecen de experiencia, eso significa que les cuesta entender la idea de “consecuencias dañinas”… Hay que centrarse en las consecuencias, mediante la crítica de los tópicos que favorecen las relaciones de riesgo y ayudar a que ellos alcancen las conclusiones oportunas. Esto hace que estas decisiones se fijen de manera más duradera.
- Sería ideal que el contexto: normas familiares, medios de comunicación, programas de educación, contenidos conceptuales y actividades por parte del alumnado, refuercen este modelo construido por el alumno.
- Asimismo, dado que hay que controlar y revisar su sistema de relaciones y conductas, habría que implicar a los padres.
- Además, hay que ayudarles a que se comprometan consigo mismos a través de la lucha contra la violencia sobre la mujer.
Quinto: Tiene en cuenta la realidad del profesorado, sus intereses, motivaciones y formación.
Por eso, está diseñado para que pueda ser impartido por monitores externos o por el propio profesorado que ejerce la tutoría.
Como las tutorías pueden recaer en cualquiera y la formación es muy variada, el manual del profesor ofrece una amplia información que cubre muchas disciplinas distintas conformando un entramado contextual que explica diacrónica y sincrónicamente, las causas biológicas, sociales y culturales que subyacen a la violencia estructural contra la mujer.

Ahora voy a intentar que alguna institución quiera hacerse cargo de él.
Bueno, para ser sincero, la Concejalía de Sanidad del Ayuntamiento de Murcia quiere ofertarlo entre sus programas de prevención para los jóvenes y ya llevamos tres meses trabajando en el diseño final (está casi terminado), pero como podéis imaginar, parece ser que ahora mismo no está nada claro que pueda haber dinero para desarrollar el programa, debido a la crisis, dicen.
La Consejería de Educación y el Instituto de la Mujer de Murcia, ni están ni se les espera... Así que ya veremos...
Hay que seguir intentándolo y a ver si puedo convencer a las autoridades competentes de que hay asuntos que deben estar más allá de los intereses políticos y personales.

Un saludo.

jueves, 28 de mayo de 2009

¿Por qué no las dejamos decidir?

No quiero escribir sobre el aborto, sino sobre la autonomía de la mujer y, que conste, que me parece bien que las mujeres de 16 (es la mayoría de edad sanitaria) años tengan la capacidad de tomar decisiones vinculantes con respecto a su vida y su existencia: si son responsables para decidir si les hacen un transplante o no, también deben serlo para tomar la decisión sobre si abortan o no. Al fin y al cabo es un reconocimiento a su autonomía, o lo que es lo mismo, a la capacidad de darse a sí mismas normas para su acción, que es lo que, precisamente, caracteriza a una persona, a un ser humano… Pero no, no quier enredarme en estas cuestiones. No voy a decir nada. Ni a favor ni en contra, porque mi opinión es irrelevante, porque es subjetiva y, por tanto, sólo la daré si una amiga me la pide.
Pero no por eso quiero callar ante tanta estupidez que oigo estos días porque en el fondo, maldita sea lo que les importa a los críticos la situación de las chicas de 16 años en particular y de la mujer en general. Han prendido esta hoguera alimentada por unas declaraciones, cuanto menos desafortunadas del presidente del gobierno, como podían haber prendido cualquier otra pira, ya que a fin de cuentas lo que les interesa es, como siempre, el control de la mujer, de su cuerpo, de su vida, de su destino…
Miles de años después y todavía seguimos con lo mismo.
Lo sabían los dioses olímpicos, lo sabía el dios hebreo, islámico y cristiano, lo sabían los apaches jicarillas. Lo saben los estrategas militares, lo saben los sacerdotes, imanes y monjes. Todos los sabían, todos lo saben: hay que desactivar el poder de la mujer, imposibilitar su autonomía, lastrar su independencia a través de un sistema doméstico. Así, la mujer o es madre o es niña; o es esposa o es hija, o es virgen o es prostituta, o es alma o es florero; o es sujeto o es objeto… No hay alternativa, la disyunción es exclusiva.
Pero esto no sólo es sabiduría divina, pues el hombre de la calle, corriente y moliente, también lo sabe, o al menos lo intuye, y de ahí ese miedo atávico a los cuernos, al gatillazo, a la eyaculación precoz, a todos esos síntomas que manifiestan su sumisión a la auténtica fuerza de la vida: el cuerpo de la mujer, y a su principio rector: la autonomía femenina.
Y así, en vez de aprender el verdadero secreto de la naturaleza; de alcanzar el clímax entre los brazos de la diosa; de abandonarnos al agridulce placer del orgasmo femenino; de someternos al inevitable dominio de la corporeidad; nos alzamos contra ella y la violamos; le arrancamos los dientes, la llamamos hembra porque su cuerpo viene del hombre; la reducimos a mero escote y pintalabios; la elevamos sobre finos tacones de porcelana; la acosamos, sobamos, agobiamos; en la casa, en la calle, en el trabajo, en la televisión, en las revistas, en los deseos… Dominamos su cuerpo, negamos su historia, subordinamos su voluntad, decidimos su destino: del polvo al polvo.
Porque para nosotros ¿qué es? Un breve instante placentero que nos coloca a la cabeza en la línea de salida para la siguiente generación. ¿Y a continuación? El mundo, la propia vida, el futuro, la profesión, la ciudadanía… Y para ella… ¿un instante placentero? Nueve meses de embarazo, un parto, un permiso de maternidad... ¿Y a continuación? El cuidado, la vida ajena, el pasado, lo que pudo ser y no fue, la maternidad, la familia…
O la combinación extenuante de ambas realidades: dobles jornadas laborales, reducción de horario por cuidado de mayores y menores dependientes, menos salario por el mismo trabajo, menos doctorados, menos presencia en puestos de toma de decisiones,…
¿No se merecen poder decidir qué quieren hacer con su vida? Simplemente eso: decidir por ellas mismas.
Pero no: debemos seguir escuchando a los obispos y demás salvapatrias, que en vez de ocuparse de sus asuntillos: pederastia, torturas, acoso sexual, en seminarios y colegios; o corruptelas mayores y menores de trajes (que cutrez) con micrófono, que lo mismo sirven para sobornar a un cargo político como para espiarlo, o desproteger espacios naturales para urbanizar, o vaya usted a saber qué otras mezquindades aéreas hay por ahí.
¿Y qué es lo que nos dicen semejantes paradigmas éticos en pleno siglo XXI? Que la mujer debe ser controlada y custodiada. ¿Y quiénes son sus custodios? La negación vergonzante de su propia naturaleza, la sumisión deseada ante el hombre y el temor voluptuoso ante Dios, o lo que es lo mismo: la costumbre, el hombre, la Iglesia y Dios.
Seguimos queriendo opinar, tratándolas como si fuesen menores de edad, como si ellas no supiesen lo que quieren hacer con sus propias vidas… Insistimos, opinamos, presionamos, acosamos… ¿Por qué no las dejamos tranquilas de una vez?
Es muy simple: que decidan por sí mismas.
A ellas les iría mejor, al mundo, también… ¿Y nosotros? Calladitos estamos más guapos.