miércoles, 31 de enero de 2007

Prejuicios y perjuicios

Preámbulo
1º. Que el ser humano no hace nada gratuito, al menos, desde una perspectiva social. Así, los modos de organización no son aleatorios ni caprichosos sino que desarrollan modos concretos de representación, valoración y acción para los individuos, en función de las necesidades del grupo.
2º. Si esto es así, entonces debemos plantearnos que todo el sistema de valores, principios y normas que operan, cognitiva y emocionalmente, sobre los individuos y determinan el ámbito de las relaciones domésticas, se ha desarrollado en función de alguna clave: ¿Cuál? La más evidente, en principio, es la supervivencia del grupo.
3º. Evidentemente las historias humanas son biográficas pero sólo alcanzan significación antropológica vista desde lo colectivo. ¿Por qué? Porque las estructuras que las hacen posibles no son subjetivas, sino intersubjetivas.
4º. Por eso es muy importante entender que lo que vamos a analizar son sistemas de relaciones y estructuras cognitivas y emocionales que las hacen posibles.

Estos aspectos ponen de manifiesto que aunque la violencia doméstica se concreta en los individuos, no debe ser pensada desde éstos, porque las conductas de los propios individuos deben ser pensadas en función del sistema de interacción comunitario( la maternidad, la paternidad, los modos de emparejamiento, el ámbito de lo público y lo privado, la esfera del trabajo, etc.) que se articula en función de estructuras culturales, que sirven para conformar los modos de pensar y sentir la realidad cotidiana que se vive y desea. Como vemos, estamos continuamente saltando de un contexto a otro que lo dota de significado, hasta alcanzar el nivel estructural, un estadio en el que se da la complementariedad.
Sé que a muchos lectores les costará admitir todavía, a pesar del análisis que hemos hecho de la misma en el capítulo anterior, la idea de la complementariedad como fundamento estructural de las relaciones domésticas. Que tendrán una fuerte resistencia a admitir que el sistema de relación masculino>femenino>masculino…, se base en el tipo de relación complementaria que estamos describiendo. ¿Saben por qué? Porque lo están pensando desde su individualidad, desde su autobiografía: yo no maltrato, yo no me dejaría maltratar, yo no soy así, mi pareja no me haría eso, mi marido me ayuda en la casa; yo comparto las tareas domésticas…. Desde esta perspectiva es imposible.
Pero despréndanse de esa individualidad y céntrense en ese concepto tan amplio que es el de humanidad : ¿qué nos encontramos?:

1. Nos pongamos melodramáticos o no, el macho humano mata, es tremendamente fanfarrón, agresivo, violento,… y este tipo de conductas se acentúan, cuando las circunstancias concurrentes inciden en aspectos tan elementales (estructurales) como el sexo. ¿Qué tipo de relación se puede establecer con un ser así…? (Y esto no es una cuestión de reflexión antropológica, sino de de vivencia cotidiana. Todo marido, novio, pareja, etc., es macho y, además humano, y eso nos cuesta entenderlo a todos)
2. La Naturaleza impele y, además, se ve reforzada culturalmente por un conjunto de valores que acentúan y justifican, (porque si hay justificación ya es cultura), todo ese conjunto de impulsos. De este modo, Naturaleza >Cultura>Naturaleza>… interactúan seleccionando todo un tipo (complementario) de conductas que aparentemente debe ser “bueno”, dado el nivel de universalidad con que se presentan.

Ahora bien, hay que entender una cuestión fundamental:
El sistema de interacción Naturaleza>Cultura>Naturaleza no actúa sobre los individuos aislados, sino sobre el sistema de relaciones que posibilita la comunidad de individuos. Y es aquí donde hay que buscar las causas de la violencia doméstica.

Por todo esto, si somos capaces de encontrar y aislar todos los valores que determinan, estructuralmente, las relaciones entre mujeres y hombres: el espacio donde interaccionan las relaciones sexuales y domésticas, entonces podremos comprender el ámbito desde donde emerge el fenómeno de la violencia doméstica, y podremos plantearnos la posibilidad (si interesa política y económicamente) de construir estrategias y modelos de intervención social que puedan, al menos, minimizar este fenómeno.

Toda pregunta esconde una respuesta: una cuestión de prejuicios y perjuicios
Lo primero que debemos hacer es admitir que sabemos muy poco acerca de la violencia doméstica. Ni usted, ni yo, ni las víctimas, ni…. Es sorprendente, en efecto, pero así es.
Durante cinco años he investigado el fenómeno de la violencia doméstica y la primera conclusión a la que he llegado ha sido esta: no sabemos de qué hablamos cuando nos referimos a la violencia doméstica, pero todos tenemos una opinión.
Este prejuicio produce gravísimos perjuicios por varias razones:

1. Porque no nos permitirá entender que la relación femenino>masculino>femenino>... hunde sus raíces más allá de la historia personal (autobiográfica) o configuración social: precisamente en la cultura.
2. Porque no hará posible comprender la violencia doméstica desde el contexto que la causa, lo que no nos permitirá, a su vez, desarrollar estrategias para la modificación de dicho contexto.
3. Porque nos impedirá adentrarnos en la base estructural de la violencia doméstica que es, a mi entender, el único modo de comprender cómo es posible que una persona sea, ¿inconscientemente?, víctima de malos tratos durante muchos años.
4. De este modo no podremos desarrollar estrategias que combatan las causas de la violencia doméstica ni terapias que ayuden a la recuperación de las víctimas, las cuáles seguirán aisladas en lo que hemos llamado “soledad cultural”.
En este último sentido me parece un error vital considerar que la mujer “ve” su relación como normal (esto es una condena a la soledad), como se puede llegar a escuchar en alguna entrevista a “especialistas”. No, es anormal, pero es lo que hay y siempre queda "la esperanza de que él cambiara y pudiésemos estar como una familia normal" (palabras de una víctima de malos tratos).

Pues bien, ¿qué sabemos de la violencia doméstica?
¿Qué sabemos de nosotros como miembros de una comunidad? ¿Qué sabemos de los valores y principios que conforman nuestras normas y prejuicios? ¿Dónde anidan nuestras emociones y dónde empiezan a sustituir a las razones? ¿Existe, realmente, un modo-de ser masculino y un modo-de-ser femenino? ¿Cómo se constituyen y relacionan dichos modos de ser?...
Contestar primero a estas cuestiones es necesario para poder responder a la pregunta acerca de la violencia doméstica…. Y sin embargo se opina, se (pre)juzga, sin darnos cuenta de que nuestra ignorancia, desidia y prepotencia, por muy buena intención que tengamos, condena a una amplia porción de la población humana a unas condiciones de vida… ¿demasiado humanas?
Entender esto se nos hace muy difícil, y quizás nunca sea comprensible del todo, pero, como intentaré mostrar, parte de la culpa de esta incomprensión radica en nosotros mismos, en nuestras preconcepciones y en nuestros prejuicios, que arrojan a la víctima de malos tratos al ostracismo. ¿O, a lo mejor, deberíamos admitir que la violencia doméstica es un “efecto colateral” un precio que estamos dispuestos a pagar, todos y todas (como reza la buena costumbre) por seguir con el modelo social y el estilo de vida que tenemos?
Los problemas nunca se solucionan por sí solos y su solución siempre implica un coste que hay que estar dispuesto a pagar.
Con respecto a la violencia doméstica, todavía me pregunto si nos interesa siquiera conocer el precio.


Metálogo
Este metálogo, que es un modesto homenaje a G. Bateson, por arrojar tantas brumas a mi pensamiento, no es del todo una ficción, sino el resultado (creado por mí) de una conversación que mantuve con varias chicas en un Cine Forum.
Vimos la película Te doy mis ojos. Película de Iciar Bollaín que narra una historia de maltrato, y tras ella se inició un coloquio en el que se pusieron de manifiesto, sobre todo, dos cuestiones:

1. Que no comprendían a la víctima. No entendían por qué no había acabado con la relación desde el primer momento.
2. Que la responsabilizaban a ella de la situación, porque era débil e ingenua, porque era dependiente, porque que nunca debería haber consentido.

A partir de esta conversación intenté construir, que no reconstruir, un diálogo que aglutinase los puntos de vista expresados por ellas, incluyendo, evidentemente, los prejuicios que en mi opinión los alimentaban.
Pero quiero señalar, que este metálogo no es tanto una reflexión entorno a la violencia doméstica, cuanto una aproximación a los prejuicios que tenemos a la hora de pensar y sentir el maltrato. Por tanto, no deben esperar ninguna respuesta posible, ni tampoco ninguna hipótesis verosímil: todavía no es el momento. Estamos en un momento previo, que tiene un carácter eminentemente metodológico, y su función consiste en proporcionar las pautas para comenzar a entender la violencia doméstica desde los contextos que la hacen posible.
Lo más sorprendente de todo era que, a pesar de la publicidad, a pesar de las legislaciones, a pesar de la “toma de conciencia” ante el problema de la violencia doméstica, la víctima seguía siendo en última instancia la responsable, que no la causante, del maltrato. Y esta responsabilidad, asumida por ella misma y reconocida por los demás, condena a la víctima a años de maltrato emocional y/o físico; a llevar un velo de incomprensión propia y ajena que la aísla, emocionalmente, de toda comprensión y, por tanto, de toda decisión.


- ¿Por qué las mujeres se dejan maltratar?
No creo que esa sea, precisamente, la pregunta pertinente. Eso es simplificar demasiado las cosas.
- ¿Me estás diciendo que contestar a la pregunta por la causa del maltrato es simplificar las cosas?
- No, lo que estoy afirmando, de modo general, es que en lo que se refiere a conductas humanas, corremos el riesgo de que nuestras preguntas contengan una respuesta. Y en este caso concreto, todas las preguntas que podamos hacer asumen, de hecho, la respuesta.
- ¿Cómo es posible que una pregunta acerca de las causas contenga ya la respuesta?
- Muy sencillo, porque cuando preguntas acerca de los fenómenos humanos (a diferencia, quizás, de otros fenómenos), aunque seas racionalmente neutro (que ya es demasiado suponer), no los eres emocionalmente.
Aunque no lo queramos admitir, o no nos demos cuenta, o no queramos reconocerlo, pues es más fácil hablar de átomos, pongamos por caso, que de notros mismos, en asuntos humanos siempre se tiene una opinión basada en creencias y ésta se manifiesta en cualquier pregunta que hagas.
Así, en tu primera pregunta has dado por hecho dos fenómenos fundamentales que son, precisamente, los que deben ser explicados:
Primero, que las mujeres son conscientes de que son maltratadas.
Y, segundo, que las mujeres consienten dicho maltrato.
Así pues, formulada tu pregunta, creado el ámbito de la respuesta: si una persona es consciente de que la maltratan y se deja es porque está ¿mal de la cabeza?, ¿se cree inferior?, ¿tiene miedo?..., o ¿todo a la vez?
- Hombre, yo no creo que deba ser planteado así. O por lo menos no era mi intención decir eso.
- ¿Tú buena o tú mala intención?
- ¿Qué quieres decir?
- Con respecto al tema de la violencia doméstica te sorprendería saber con cuántas “buenas intenciones” se opina y cuánto daño se hace a las víctimas de maltrato.
- ¿Me estás diciendo que la violencia doméstica es un fenómeno consentido por todos?
- En efecto.
- Te estás refiriendo al hecho de que la violencia doméstica es un fenómeno social y que, por tanto, todos tenemos cierta responsabilidad como miembros de esta sociedad.
- ¿Te sientes tú responsable de la violencia doméstica?
- Bueno, en cierta medida, porque vivo en una sociedad machista y no hago nada por cambiarla.
- Es una buena respuesta (políticamente correcta), pero: ¿Te crees de verdad lo que acabas de decir…? ¿O es, simplemente, una forma de acallar tu mala conciencia?
- Sigo sin entenderlo. ¿Cómo es posible que mi afirmación tampoco sea correcta? Si pregunto por el maltrato centrándome en víctimas y agresores, malo, porque a mi pregunta subyacen prejuicios que provocan que cualquier respuesta no explique las causas y se vuelva peligrosa. Si extiendo la responsabilidad a la sociedad entonces, tampoco… ¿Qué me queda? ¿Los responsables somos unos pocos: los medios de comunicación, las amistades, la religión…?
- Podrás partir y repartir todo lo que tú quieras, pero la primera pregunta que hiciste lo dejó todo claro desde el principio. Nadie en su sano juicio se deja maltratar, luego la persona maltratada no está en su sano juicio. Todo lo demás sólo sirve para enmascarar esta preconcepción.
- Pues no lo sé, porque por mucho que lo pienso no se me ocurre nada.
- Precisamente por eso, porque piensas….y siempre piensas de la misma forma y desde “lugares” comunes que ni tan siquiera sabes que existen.
Siempre preguntas cuando ya tienes una respuesta, sin darte cuenta del origen de la respuesta. Por lo que dicha pregunta se transforma en retórica. Y así nunca hay ni sorpresa ni indagación.
¿Te has planteado, alguna vez, que se puede pensar de otra manera?
- ¿No es lo que estamos haciendo ahora y tú estás criticando?
- No, las preguntas que nos hacemos cambian, pero no los presupuestos a partir de los cuáles juzgamos.
Lo que yo digo es que pensemos dichos presupuestos.
- ¿Y cómo puede hacerse eso? Porque, si no lo he entendido mal, lo que propones no es una reflexión, sino una metarreflexión.
- En efecto, aunque no sepamos dónde vamos a ir a parar, eso es lo que propongo: no una reflexión acerca del fenómeno de la violencia doméstica, sino de los principios a partir de los cuáles lo pensamos y valoramos.
- Sí, de acuerdo, pero ¿cómo hacerlo?
- Quizás deberíamos comenzar por el principio, como lo hacen las buenas historias, pero siempre teniendo en cuenta que dicha historia debe ser reescrita a la misma vez que se está narrando.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

QUE EXISTE VIOLENCIA DOMÉSTICA ES UNA REALIDAD INNEGABLE EN TODA SOCIEDAD...
...QUE LAS LEYES QUE PENALIZAN AL HOMBRE Y MUCHAS VECES LO ENVIAN A LA CÁRCEL, SIN DARLE DERECHO A DEFENZA...DADO QUE EN MUCHOS CASOS LA MUJER SE GOLPEA ÉLLA MISMA PARA CULPABILIZAR A SU PAREJA, POR "X"MOTIVOS...REPITO: QUE DICHAS LEYES NO HAN HECHO MÁS QUE AUMENTAR LAS MUERTES...DADO QUE DICHO "MACHO VIOLENTO" SALE DE LA CÁRCEL "CON LA SANGRE EN LOS OJOS"EN RAZON DE LA INJUSTICIA COMETIDA POR "LA JUSTICIA". DICHAS LEYES ESTÁN MAL HECHAS...Y DEBERÍAN PROPENDER A TRATAMIENTOS PSIQUIÁTRICOS ANTES QUE DIRECTAMENTE A DICTÁMENES UNILATERALES DE LA JUSTICIA PENAL.
...SIN DEJAR DE RECONOCER QUE EL HOMBRE ES NORMALMENTE UN ANIMAL AGRESIVO...NO OLVIDAR: QUE HAY MUCHAS MUJERES QUE CASTIGAN A SUS MARIDOS...Y ESTOS POR VERGÜENZA LO OCULTAN...ESTO TAMBIÉN ES VIOLENCIA DOMÉSTICA...COMO MADRES Y PADRES QUE MALTRATAN A SUS HIJOS.

Anónimo dijo...

Muy buen articulo, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)
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Anónimo dijo...

Muy buen articulo, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)

Anónimo dijo...

Hola, muy interesante el articulo, saludos desde Chile!

Anónimo dijo...

Felicitaciones, muy interesante el post, espero que sigas actualizandolo!

Anónimo dijo...

Este artículo fue muy interesante, sobre todo desde que yo era la búsqueda de ideas sobre este tema el pasado jueves.

Anónimo dijo...

Suena bien, me gusta leer tu blog, acaba de agregar a mis favoritos;)

Anónimo dijo...

Es evidente que hay mucho que aprender acerca de esto. Creo que hizo algunas cosas buenas en características también. Sigue trabajando, gran trabajo!

Anónimo dijo...

This was a nice article to read, thank you for sharing it.

Anónimo dijo...

Gracias por este magnífico post. Admirando el tiempo y el esfuerzo que puso en su blog y la información detallada que usted ofrece.