domingo, 28 de enero de 2007

Introducción

Esto es un blog sobre violencia doméstica, cuyo propósito, no es otro que establecer un foro de discusión y de ayuda a todas aquellas personas que son víctimas de malos tratos. Pero quiero decirles que, ante todo, va a ser un espacio en el que hablaremos de valores, de modos de ser y de sentir que nos va a permitir abordar el fenómeno de la violencia doméstica desde una perspectiva completamente distinta al uso, a saber: como fenómeno cultural.

A modo de ejemplo:
Según los informes del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, las agresiones, por ejemplo, han crecido en España un 144,95 % entre el 2000 y el 2004. Aun cuando haya aumento de denuncias, estamos hablando de 74.144 mujeres maltratadas en 2004. Según el Informe del Lobby Europeo de Mujeres, relativo a la aplicación por la Unión Europea de la plataforma de acción de Pekín, en la Unión Europea, al menos una de cada cinco mujeres es maltratada por su pareja (20% mínimo) Y, como culminación, miremos al Atlas del Estado de la mujer en el mundo, realizado por Joni Seager y publicado por Akal: 25% en Noruega, 27% en Canadá, 28% en EEUU, 49% en Guatemala, 35% en Brasil, 80% en Pakistán, 43% en Sudáfrica, 59% en Japón, etc.
¿Creen, de verdad, que el problema de la violencia doméstica es algo que atañe únicamente a la esfera privada (familia) de los individuos? ¿Siguen pensando a pesar de los datos mencionados, que no están implicadas condiciones más complejas que hunden sus raíces en la sociedad y en la cultura? De este modo, a lo largo de este libro vamos a intentar dar respuestas interrelacionadas acerca del fenómeno de la violencia doméstica, pero teniendo en cuenta en todo momento, que dichas respuestas sólo se pueden alcanzar a través del contexto que la hace significativa.
A partir de este momento tenemos dos alternativas:
- Considerarlo como un problema que hunde sus raíces en las características individuales de aquellas personas que lo sufren. Que de hecho es lo que se está haciendo.
- Considerarlo como un problema que tiene que ver con, digamos por ahora de un modo muy ambiguo, la sociedad, la cultura o fenómenos tan difusos como la religión, el machismo, etc.
Nuestra posición será la de afirmar la segunda alternativa, pero como contexto para comprender la primera. Es decir, la dimensión individual del problema no puede soslayarse, pero si nos quedamos sólo en ella, el problema quedará sin posibles soluciones, en el caso de que las hubiere y se quisiesen llevar a cabo.
¿Por qué esta última precisión? Porque en los últimos cinco años, en los que investigué el problema de la violencia doméstica, he podido concluir que las víctimas de malos tratos son un precio que hay que pagar por sostener un modelo de vida (como las víctimas del racismo, o las víctimas del capitalismo; o las víctimas de los delitos medioambientales, etc.), y por eso no hay una intención real por parte de las instituciones autonómicas, nacionales e internacionales para afrontar y solucionar los problemas que conlleva ser mujer en este mundo.
Es cierto que se ha legislado mucho y no digo que mal. ¿Pero es suficiente? Las leyes persiguen conductas, pero no modifican las causas de dichas conductas.
¿Dónde radican esas causas?
En la propia estructura que posibilita el espacio de relaciones entre las mujeres y los hombres, el ámbito de lo doméstico o lo que es lo mismo, la familia complementaria, entendida como el lugar donde los individuos se tornan sujetos socialmente hábiles. Donde todos aprendemos y aprehendemos esas habilidades necesarias para comunicarnos con los demás que son como nosotros.
Y aquí aparece por primera vez la idea de complementariedad, un concepto que hace referencia a los modos de pensarnos y sentirnos (ethos) en el interior de las relaciones domésticas y, por tanto, el núcleo central para entender la violencia doméstica como un fenómeno cultural.
Hablaremos y discutiremos mucho, si quieren, acerca de la complementariedad. Analizaremos las conductas individuales en el interior de modelos que permitan comprender este concepto como contexto estructural desde el que interpretar las relaciones entre hombres y mujeres, a partir de ahora: masculino>femenino>masculino…
Nos centraremos en qué es esperable y deseable para las mujeres con respecto a los hombres y para los hombres con respecto a las mujeres. Pero esto lo vamos a hacer asimétricamente, porque nos situaremos en las mujeres exclusivamente. ¿Por qué? La respuesta es muy clara, porque ellas son las víctimas, y esto es un blog acerca de las víctimas, de los efectos colaterales de un mundo complementario que tiene sus orígenes en dos momentos temporalmente identificables:
1. La emergencia de los clanes.
2. La concepción del amor cortés.

Ya hemos dado un paso más, más profundo de lo que pensamos, y desde aquí vamos a introducirnos (caer) en el mundo de los mitos, en el universo arcaico y contemporáneo de las narraciones que tienen que ser pensadas como estructuras y, cómo tales, como contextos significativos de nuestras conductas. Por eso, los experimentos llevados a cabo durante cinco años con mujeres han sido construidos a partir de retazos mitológicos comunes. Y a través de ellos se pueden escuchar las voces genéticas del pasado confundidas con las voces presentes del ahora. En una comunidad que es, como veremos, universal y atemporal, un continuo entramado de valores que nos vinculan a nuestros orígenes como humanos (síndrome del clan), y como occidentales (síndrome de Eloísa).
Pero, asimismo, con este blog deseamos que las personas que lo visiten puedan contestar a preguntas tales como:
1. ¿Por qué las mujeres víctimas de maltrato sólo reconocen el maltrato físico?
2. ¿Por qué afirman que cuando no les pega, su pareja tiene una conducta, que podríamos señalar, ideal (lo que se espera de una pareja que te quiere), con respecto a ellas?
3. ¿Por qué soportan la situación de maltrato a lo largo de muchísimos años.
Etc.
Ahora bien, sólo podremos comprender el tipo de situaciones que se esconden tras estas preguntas, si somos capaces de entender qué significa ser mujer en el interior de una comunidad humana, para lo que tendremos que adentrarnos en el universo de la familia como contexto significativo de las interacciones entre mujeres (madre, esposa, pareja, etc.) y hombres (padre, esposo, pareja, etc.), por lo que tendremos que centrarnos en aspectos tales como:
1. La dimensión pública de la familia o su función en el entramado sociocultural.
2. El papel que juega la mujer en su seno.
3 La importancia emocional del amor a la hora de conformar las relaciones de pareja.
Etc.
Pero no se nos debe pasar por alto, que todos estos objetivos sólo pueden ser abarcados desde la cultura, es decir, desde el entramado estructural que conforma el modo-de-ser femenino en relación con el modo-de-ser masculino, por lo que, en última instancia, deberemos construir un modelo explicativo desde el que podamos responder a cuestiones tales como:
1. Las causas estructurales (complementariedad) que producen la violencia doméstica.
2. El aprehendizaje de dichas estructuras.
3. Los mecanismos estructurales que pueden permitir modificaciones en el sistema de valores emocionales, que subyacen a dicho fenómeno, de tal manera que podamos sustituir la estructura de complementariedad desde la que se conforman las relaciones masculino>femenino>masculino... y por otra que sea de reciprocidad.
Etc.
Reconstrucción de una conversación con una víctima de malos tratos que no “sabe” que lo es. (Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia)
Nada de lo que te dicen, si es que alguien te lo dice, te sirve.
Nadie entiende realmente lo que te ocurre, y siempre sucede lo mismo, te critican, te dicen “que no te quiere”, “que te insulta”, “que te humilla”…y tantas cosas por el estilo. “Es muy fácil hablar desde fuera”.
Sí, lo que dices es cierto. Pero también sabes que algo no está funcionando en tus relaciones.
Algo no está marchando como debería ir y cada día que pasa te sientes con menos fuerzas para entenderlo, por eso cada vez hablas menos de ello, e incluso lo piensas menos. A fin de cuentas sólo ocurre de tarde en tarde, y cuando sucede tú sabes que es porque ha tenido un mal día. Porque él te quiere y sabes que lo que te dice y te hace no lo siente de verdad. Te lo ha dicho muchas veces, y si no lo ha hecho todavía, no te preocupes: ¡lo hará!
- “Lo siento mucho, es que hoy he tenido un mal día en el trabajo… Eso de que sólo sirves para follar no lo sentía de verdad”.
Y tú sabes que es así ¿no es cierto?
A fin de cuentas eres licenciada, trabajas en un hospital desde hace mucho tiempo, y nunca han puesto en tela de juicio tu valía.
Por eso lo disculpas, sus palabras han sido producto de un calentón: “cualquiera puede tener un mal día”. Y cuando eso ocurre se suelen decir y hacer cosas que no sentimos ni pensamos.
Os queréis mucho. No hay más que veros todos los días. Son ya siete años de novios y acabáis de solicitar una hipoteca para compraros una casa e iros a vivir juntos. Todo el mundo lo dice: “Estáis hechos el uno para el otro”.
¿A qué viene entonces, tanto problema por tu parte?
Estás exagerando y viendo tormentas donde sólo hay algunas nubes. No pasa nada. Es normal que las parejas pasen por malas rachas, pero recuerda que esos malos momentos fortalecen a la pareja, porque si hay amor verdadero, éste siempre sale adelante.
Él te quiere, muchísimo. ¿No recuerdas lo que te dijo?: “Si no es por mí estarías sola. ¿Quién va a querer cargar con alguien como tú?
No debes ser egoísta
. Es tu hombre, tu pareja, el padre de tus hijos, la persona con la que vas a compartir el resto de tu vida. Y si a veces tiene “un mal pronto” y se le escapa algún insulto o alguna bofetada, ayúdalo en vez de condenarlo. ¿O es que tú no cometes errores?”
A fin de cuenats ya sabes como funciona esto: ¿Hasta que la muerte nos separe?".

No hay comentarios: