miércoles, 29 de octubre de 2008

Programa Educativo para la prevención de la violencia de pareja

Ayer leí que el Instituto de la Mujer junto a la Consejería de Educación van a poner en marcha un programa de prevención de la violencia doméstica en los IES.
Me sorprendió mucho, ya que llevo dos años trabajando en un programa efectivo y aplicable (Que toma como punto de partida una investigación de más de cinco años con alumnos de los IES de Murcia): ya lo he diseñado, ya lo he puesto en práctica y lo están probando otros profesores (Llano de Brujas, Saavedra Fajardo, Las Torres de Cotillas y Torre Pacheco), y aunque se lo propuse al Instituto de la Mujer, no me han hecho caso.
Quiero señalar una cuestión muy importante, para que esto no sea, una vez más, puro afan de publicitarse, o un derroche de recursos económicos sin un fruto efectivo, hay que tener en cuenta que el programa tiene que ser (repito): efectivo y aplicable. Y por el conocimiento que tengo de este progrma, no es ni una cosa ni la otra.
Por decirlo claramente, este programa es puro artificio.
Metodológicamente es inaplicable, lo que lo debería descartar de antemano.
¿Saben ustedes los que es un Instituto de Enseñanza Secundaria? Por muy profesor de Universidad que se sea, no tiene ni idea de cómo funciona un IES, ni de qué son las programaciones, ni la temporalización, ni la actividad en el aula, ni… Y lo peor de todo es que la Consejería de Educación lo avala. Debe ser que allí tampoco tienen ni idea.
Nos habla el programa de 12 sesiones más dos de test. Lo que establece un mínimo de 14, que utilizando vídeos, por ejemplo, puede prolongar el programa hasta 16 sesiones, que coincidiendo en el tiempo con exámenes, recuperaciones, actividades extraescolares, fiestas, etc., nos llevaría a 20 sesiones (1 por semana igual a 20 semanas).
¿En qué asignatura se va a impartir? Como si lo estuviera viendo.
Este programa va a ir dedicado a 4º de la ESO y desde ahí va a ser asignada a la Ética. ¿Saben ustedes que esta asignatura sólo tiene una hora semanal? Este programa absorbería un mínimo de dos tercios de la programación, y el tema ocupa en los contenidos una sexta parte tan sólo.
Imposible.
Además, al disponer de una hora a la semana es imposible que se desarrolle en un trimestre (2º trimestre en concreto), para lo que está programado, Si contamos las semanas, y descontamos las vacaciones y los festivos, el programa se prolongaría hasta mayo, como mínimo (5 meses).
Y lo mismo ocurriría con las Tutorías.
En cuanto a los objetivos y contenidos del programa: ¿Cree de verdad que se puede entrenar a chicas y chicos en habilidades que les permitan identificar futuras relaciones violentas? ¿Cree sinceramente que los chicos y las chicas no saben identificarlos (por sí mismas y sí mismos)? ¿Cree que modificar modos-de-ser y sentirse es lo mismo que modificar conductas? ¿Cree que el aprendizaje y el aprehendizaje siguen los mismos patrones? ¿De verdad cree que es tan sencillo?
Llevo varios años trabajando con alumnas (¿o tocaba –os? Vaya no lo recuerdo), incluso con la chica cuyo ejemplo he puesto al principio. Varios años (investigando) en los que han leído historias, visto documentales, películas, power-point. Han discutido, peleado, contestado, argumentado, etc. Y después de muchos años de investigación estoy en condiciones de poder afirmar que, por desgracia, la cuestión no se puede reducir a un “taller de literatura”: 12 a 20 sesiones para ¿combatir el maltrato?; para que los alumnos generen ¿autoconceptos?; para que conozcan ¿los valores de uno mismo? y su cuerpo con ¿las intuiciones?; para que las chicas ¿sepan no implicarse? (Extraídas del propio programa).
Las alumnas y los alumnos saben reconocer en su inmensa mayoría las actitudes machistas y violentas. Pero siguen generando relaciones complementarias (dominio/sumisión), como si les afectase de alguna manera el síndrome de trauma crónico, como si se viesen arrastrados a un sistema de relaciones que les trasciende como individuos. Y este programa no incide en el sistema de relaciones, sino que cayendo en todos los errores que llevo años denunciando (Entre otras cosas el Instituto de la Mujer me concedió el premio al Murciano del Año por esta razón), sigue considerando el maltrato desde una perspectiva reduccionista del yo y sus conductas.
Si queremos prevenir la violencia doméstica tenemos que pasar por programas de intervención cultural (Marta Torres Falcó, Judith Herman, Leonor E.A. Walker, etc. Grandísimas especialistas en la materia). Y repito, este programa no lo es. Se centra en el individuo, en el yo, y no en la cultura, no en los contenidos que conforman los sistemas de relaciones entre individuos. Se centra en María y Juan pero no en el tipo de relación que se da entre mujeres y hombres y que abarca las dimensiones privada y pública y está presente en todos los ámbitos de realidad: religión, economía, política, familia,…
Cuando se interviene en Educación se debe intervenir, precisamente, en todas estas dimensiones, y esta intervención, que es siempre a largo plazo, debe incidir en modificar las condiciones de existencia de la mujer, la conformación complementaria (sumisión) de su condición femenina con respecto a la masculina (dominio): trabajos precarios a tiempo parcial, menos salarios por mismo trabajo, dobles jornadas laborales (fuera y dentro el hogar), distribución equitativa de cuotas de poder en todos los estamentos, posesión de su propio cuerpo, etc.
La agresión (física y/o emocional), es la punta del Iceberg. Trágico, sin duda, pero es el efecto no la causa; el síntoma no la enfermedad…
Y este programa está diseñado, en sus objetivos y contenidos, par los efectos de la violencia doméstica y no para sus causas.

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