lunes, 8 de octubre de 2007

II Parte. Durante la Edad Media

Vamos a ver, la Edad Media es una época muy larga y compleja, aunque se pueden hacer generalizaciones (con muchos matices y pidiendo disculpas a los especialistas).
La primera, no se puede esperar mucho de una época en la que el cristianismo (paulinismo) se convierte en ideología universal en occidente.
¿Qué esperar de Eva? “capaz de matar hasta a sus propios hijos por casarse con otro al enviudar, condenación de la humanidad una vez más, que nace y muere y vuelve a nacer para que el pecado deje de ser original y se transforme en natural”.
Nada se puede esperar, porque su ethos no es fruto de una decisión sino de una naturaleza. Pero no sólo es su cuerpo el que debe ser dominado, sino también su pensamiento: la palabra cháchara incansable, e insaciable, cambiante, pervertida y pervertidora de orden natural y social.
Pero al fin y al cabo no es culpa suya ser lo que es sino creerse más de lo que es, o lo que es lo mismo no saber ser lo que es (¿te suena del feminicidio?) y, por eso debe ser protegida de sí mismo para que no ponga en peligro a los demás, debe ser custodiada.
¿Y quiénes son sus custodios? La vergüenza, la sumisión y el temor, o lo que es lo mismo: el hombre, la ley y Dios.
No me digas que el cristianismo no ofreció nada bueno a la mujer
Yo no he dicho eso, pero lo que no podemos hacer es negar la evidencia y suponer que el mito cristiano está más allá de todo lo que hemos venimos indagando hasta este momento.
¿Qué pasa: que las sociedades humanas desaparecen, que el orden político y familiar no son necesarios, que el deseo, las relaciones entre mujeres y hombres, la educación, el control de las conductas, los problemas demográficos, la economía, etc., dejan de existir?
Las funciones prototípicas de la mujer durante este periodo son las mismas que en los clanes: producir bienes que complementen la producción familiar (en este sentido son una ayuda para el hombre, que es el que produce) la crianza y la educación a los hijos (educación religiosa, por supuesto, cuando occidente se hace cristiano). Y como en los clanes, los niños son separados de sus madres cuando tienen siete años mientras que las niñas se quedaban hasta que se casaban.
Verdaderamente, no.
Siguen existiendo las mismas necesidades, siguen demandándose las mismas funciones, siguen manifestándose las mismas estructuras… Aunque cambien las narraciones.
¿Pero algo tuvo que cambiar, puesto que con el cristianismo las mujeres alcanzan una consideración que hasta entonces no tenían?
En efecto. No se puede eliminar aquello que te hace posible, aunque si debes controlarlo para que no te imposibilite.
No lo entiendo
La reinterpretación que se hace de la mujer con el cristianismo, responde a unas necesidades muy pragmáticas para el desarrollo del mismo como fuente de poder.
A finales del Imperio, la mujer avanzó, o mejor dicho, se reinterpretó, en su estatus como persona y no sólo como hija, esposa o madre de alguien. De este modo y, desde una perspectiva mitológica (II), la feminidad no es sólo Eva (cuerpo y pecadora), también es María (virgen y madre) y Magdala (arrepentida y fiel).
Y a partir de esta condición de madre y esposa, puede encontrar carta de naturaleza como individuo, en un mundo que se modela según la transcendencia.
Porque la mujer es el vehículo de transmisión del cristianismo, es su instrumento de evangelización y por tanto, de poder, por lo que debe ser protegida y alentada, aunque dentro de unos límites, a saber: aquellos que marcan su propia naturaleza corrupta y corruptora.
Además, muchas de las medidas que supuestamente mejoran las condiciones de vida de la mujer: como santificar los matrimonios monogámicos, no tiene como objeto el reconocimiento de su autonomía, sino solucionar problemas de orden político, como poner límites las alianzas entre las familias nobles para que no puedan organizarse bajo un único liderazgo, lo que puede poner en peligro la estabilidad del Estado cristiano carolingio.
¿Y en el entorno urbano en el que la mujer era trabajadora extradoméstica, cambió algo su condición?
La mujer siempre ha trabajado dentro y fuera del hogar, otra cosa es que eso se quiera reconocer o no.
Aproximadamente la mitad de los maestros artesanos carecían de oficiales, pese a las legislaciones que les obligaban a tenerlos. El trabajo era sobre todo familiar. Trabajaban el maestro y su familia.
Cuanto más trabajaba la mujer en el taller de su marido, menos lo hacía en la casa, con lo que era costumbre en las ciudades contratar a una persona que hiciese su trabajo doméstico por un salario poco importante, aunque era ella, como responsable única, la que se encargaba de organizar todo lo referente a la unidad doméstica (¿Te suena de algo?).
La mujer, por tanto trabajaba en el hogar y, además, fuera de él, siendo en ambos ámbitos una fuerza productora, competente y competitiva.
¿Era legal? No.
¿Era de dominio público? Sí.
No había problemas hasta que se transformaba en una competidora del hombre.
¿Cuándo ocurría eso?
Cuando había crisis económica y paro entre la población masculina. Entonces, no permitían el trabajo en los talleres de sus maridos y las reconducían al hogar. ¿Qué va a pasar en nuestra Europa cuando se produzca una crisis económica grave…?
La historia de la mujer y el trabajo fuera del hogar es una larga y costosa lucha en la que la mujer ha sufrido, sufre y sufrirá más que los hombres, las consecuencias de las crisis económicas porque en un mundo complementario, la resolución de los conflictos siempre beneficiará al que ejerce el dominio.
Y esto es lo mismo que ocurre hoy en día, incluso en los países nórdicos: la mujer sigue siendo la responsable y organizadora de la unidad doméstica y además trabaja fuera del hogar, pero este trabajo no es tanto un trabajo como un complemento, es más una cesión que un derecho. Por eso la temporalidad afecta más a la mujer que al hombre, la mujer cobra menos dinero que el hombre a igualdad de trabajo.
No es de extrañar entonces, que cuando se es madre se tienda a renunciar al trabajo extradoméstico.
Pero no es una cuestión natural, sino de organización política.
¿O sea, que cuando venga una época de crisis económica la mujeres pueden echarse a temblar?
En efecto, pero siempre ha sido así, no es nada nuevo.
“En el curso del XVIII, las mujeres vieron ampliarse sus posibilidades de trabajo, pero lo más sorprendente es que no bien esto ocurrió, las mujeres en busca de empleo en la nueva rama laboral se multiplicaron y los salarios cayeron. El trabajo se identificó como “trabajos de mujeres” y como tal se remuneraba. En 1762, el Directorio de Campbell en Londres asignó la categoría de trabajo de indigentes a todas las actividades de confección de ropa a cargo de las mujeres, con lo cual expuso a las afectadas a situaciones de grave necesidad y proporcionó la base de reclutamiento para la prostitución”.
Por cierto: ¿existía violencia doméstica reconocida como tal?
Que el marido maltratase a la mujer era una conducta normal y socialmente aceptada. De hecho ni en el Derecho Romano ni en el Germano, la mujer podía divorciarse de su marido por el maltrato, sólo lo podía hacer si el hombre era homicida, necromántico o violador de tumbas (Romano); si era pederasta, o si la había obligado a fornicar con otros (Derecho Germano).
Ahora bien, durante los siglos XIV y XV los tribunales atendían numerosos casos de violencia doméstica . No sólo las mujeres sino también sus familias podían poner denuncias y solicitar la disolución del matrimonio (¿Y consideramos que nuestras legislaciones son novedosas?). Lo que implica que el problema existía pero que, a diferencia de otras épocas, era reconocido como problema.
Ahora bien, en última instancia y teniendo en cuenta que como buen sistema complementario la ley y la sociedad otorgaban todo su poder al hombre, para dominar a la mujer, los jueces solían recordar a las mujeres que debían obediencia a sus esposos.
Y nada ha cambiado ¿Verdad?
Menos de lo que creemos
A estas alturas resulta extraño que las mujeres no se pongan de acuerdo y acaben con nosotros.
¿Algo así como el mito de los ona pero a la inversa?

Pero es que las mujeres nos quieren y no saben por qué.
Una respuesta un tanto extraña
No lo es tanto, ¿o es que piensas que el amor no está determinado complementariamente?
Vamos a ver, nuestra forma de entender el amor entre mujeres y hombres tuvo su origen en la Edad Media, una época en la que junto a la mujer cristiana se desarrolla un complejo sistema de interacción: el amor cortés, cuyo paradigma pueden ser las historias de Tristán e Isolada y Abelardo y Eloísa.
¿Qué ocurre si lo interpretamos desde nuestro contexto?

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