viernes, 22 de junio de 2007

23 de junio...otro día internacional de las víctimas de malos tratos

¿Cuándo fue la última vez que nos acordamos de ellas...?
Reflexiones acerca de una víctima de malos tratos (que no reconoce que lo es...)
“Nada de lo que te dicen, si es que alguien te lo dice, te sirve.
Nadie entiende realmente lo que te ocurre, y siempre sucede lo mismo, te critican, te dicen “que no te quiere”, “que te insulta”, “que te humilla”…y tantas cosas por el estilo. “Es muy fácil hablar desde fuera”.
Sí, lo que dices es cierto. Pero tú sabes que algo no está funcionando en tus relaciones.
Algo no está marchando como debería ir y cada día que pasa te sientes con menos fuerzas para entenderlo, por eso cada vez hablas menos de ello, e incluso lo piensas menos. A fin de cuentas sólo ocurre de tarde en tarde, y cuando sucede tú sabes que es porque ha tenido un mal día, porque él te quiere y sabes que lo que te dice y te hace no lo siente de verdad. Te lo ha dicho muchas veces, y si no lo ha hecho todavía, no te preocupes: ¡lo hará!
- “Lo siento mucho, es que hoy he tenido un mal día en el trabajo… Eso de que sólo sirves para follar no lo sentía de verdad”.
Y tú sabes que es así ¿verdad?
A fin de cuentas eres enfermera, trabajas en un hospital desde hace mucho tiempo, y nunca han puesto en tela de juicio tu valía.
Por eso lo disculpas, sus palabras han sido producto de un calentón: “cualquiera puede tener un mal día”. Y cuando eso ocurre se suelen decir y hacer cosas que no sentimos ni pensamos.
Os queréis mucho. No hay más que veros todos los días. Son ya siete años de novios y acabáis de solicitar una hipoteca para compraros una casa e iros a vivir juntos. Todo el mundo lo dice: “Estáis hechos el uno para el otro”.
¿A qué viene entonces, tanto problema por tu parte?
Estás exagerando y viendo tormentas donde sólo hay algunas nubes. No pasa nada. Es normal que las parejas pasen por malas rachas, pero recuerda que esos malos momentos fortalecen a la pareja, porque si amor verdadero, éste siempre sale adelante.
Él te quiere, muchísimo. ¿No recuerdas lo que te dijo?: “Si no es por mí estarías sola. ¿Quién va a querer cargar con alguien como tú?
No debes ser egoísta. Es tu hombre, tu pareja, el padre de tus hijos, la persona con la que vas a compartir el resto de tu vida. Y si a veces tiene “un mal pronto” y se le escapa algún insulto o
alguna bofetada, ayúdalo en vez de condenarlo. ¿O es que tú no cometes errores?”.
Por desgracia, esta reflexión no es ficticia sino que está construida a partir de una conversación que tuve con una amiga de esa persona, en la que me explicaba las conversaciones que tenían entre ellas.
Lo más grave, puesto que con el fenómeno del maltrato siempre se puede estar peor, es que estas palabras podrían ser aplicadas a dos chicas más de 15 y 20 años, estudiantes de instituto y de universidad. Pero no vayan a creer que la protagonista de nuestra reflexión es muy mayor, tan sólo 25 años.
¿Hasta cuándo lo vamos a permitir?
Tal y como lo reconoce la ONU y la Unión Europea, uno de los problemas éticos y políticos más graves que tienen las sociedades actuales, es el problema de la igualdad entre mujeres y hombres.
¿Qué estamos haciendo para solucionarlo realmente...?
La Ley 1/2004 de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, le da un peso importantísimo al ámbito educativo (Exposición de Motivos I y II) y obliga a la comunidad educativa al desarrollo de estrategias y mecanismos que permitan el reconocimiento de principios y valores, que promuevan la igualdad genérica a la misma vez que imposibilite conductas y valores tendentes a la violencia doméstica, tanto desde la perspectiva del alumnado (Artículo 1, puntos 1,4 y 5, que son los relativos a la Enseñanza Secundaria y al Bachillerato) como desde la perspectiva del profesorado (Artículo 7).
¿Qué estrategias estamos poniendo en marcha...?
Y mientras tanto, todo sigue igual... esperando que mañana o pasado podamos contabilizar la siguiente víctima mortal (¿cuánto vamos a tardar en llegar a 40?), que son las únicas cuyo recuento se hace a diario, el resto...
1. ¿Por qué las mujeres víctimas de maltrato sólo reconocen el maltrato físico?
2. ¿Por qué afirman que cuando no les pega, su pareja tiene una conducta, que podríamos señalar, ideal (lo que se espera de una pareja que te quiere), con respecto a ellas?
3. ¿Por qué soportan la situación de maltrato a lo largo de muchísimos años?
4. ¿Por qué hacemos responsables a las propias víctimas del maltrato?
5. ¿Por qué no se consigue que la violencia doméstica (y la situación de la mujer) sea reconocido como uno de los problemas principales de la sociedad?
6. ¿Por qué resulta tan difícil que se reconozca a la mujer como víctima prototípica de la violencia doméstica?
7. ¿Por qué la violencia doméstica sigue creciendo?
8. ¿Por qué la situación de las mujeres sigue empeorando?
9. ¿Por qué para ser mujer en el mundo hay que ser como un hombre?
Etc.
Estas son algunas de las cuestiones que ponen de relevancia que todavía queda muchísimo por hacer en la lucha contra la violencia doméstica. Y, además, ponen de manifiesto que las investigaciones tienen que empezar a desplazarse hacia otros lugares donde las estadísticas no alcanzan, como la familia y los centros de enseñanza.
En efecto, sólo podremos contestar a estas cuestiones si somos capaces de comprender el tipo de situaciones que se esconden tras estas preguntas; si somos capaces de entender qué significa ser mujer en el interior de una comunidad humana, para lo que es necesario adentrarse en el universo de la familia como contexto significativo de las interacciones entre mujeres (madre, esposa, pareja, etc.) y hombres (padre, esposo, pareja, etc.).
Pero, además, todo nuestro esfuerzo debe ser integral en su sentido más amplio, por lo que es necesario trasladar toda la investigación hacia áreas de intervención como las aulas, tanto desde una perspectiva teórica como práctica, lo que nos va a permitir desarrollar todo un conjunto de mecanismos de aplicación práctica inmediata, a través de las tutorías.
El objetivo: que los alumnos puedan reconocer en sí mismos los valores que posibilitan la violencia doméstica y la discriminación por razones de sexo y, a partir de dicho reconocimiento pueda establecer estrategias de corrección de conductas y de transformación de valores en sí mismo y en los demás, orientadas a la autoprotección en el caso de ellas, y al autocontrol en el caso de ellos.
Pero no se nos debe pasar por alto, que todas esas cuestiones sólo podrán ser abarcadas desde la cultura, es decir, desde el entramado estructural que conforma el modo-de-ser femenino en relación con el modo-de-ser masculino, por lo que, en última instancia, se debe construir un modelo explicativo desde el que podamos responder a cuestiones tales como:
1. Las causas estructurales (complementariedad) que producen la violencia doméstica.
2. El aprehendizaje de dichas estructuras.
3. Los mecanismos estructurales que pueden permitir modificaciones en el sistema de valores emocionales, que subyacen a dicho fenómeno, de tal manera que podamos sustituir la estructura de complementariedad desde la que se conforman las relaciones masculino>femenino>masculino... y por otra que sea de reciprocidad.
Queda, pues, mucho por hacer y no debemos baja la guardia en la lucha contra la violencia doméstica, más allá del 25 de noviembre y el 8 de marzo residen los tiempos y lugares donde las víctimas son olvidadas y los agresores se sienten seguros.

PD:He diseñado una serie de experimentos para trabajar en el aula (Tutorías de 4º de la ESO): ¿Quiere participar alguna persona en este proyecto? ¿Conocéis a alguien que quiera hacerlo...?
Gracias.

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