domingo, 11 de marzo de 2007

Proyectos y realidades

El día 8 me hicieron una entrevista en la cadena Ser del noroeste de Murcia, en un momento de la misma dije que el gran problema de la lucha contra la violencia doméstica, reside en que no se están tomando medidas educativas: medidas que tiendan a la revalorización no sólo de las mujeres en sí (autonomía), sino también del sistema de valores que determinan las relaciones domésticas (reciprocidad) en nuestra cultura. No creo que en ningún momento se entendiera qué es lo que quería decir y por eso quiero aprovechar el blog para explicarlo.
Yo no soy un especialista en violencia doméstica, o por lo menos no lo soy en el sentido psicológico y sociológico de la expresión. Si se quiere, se podría decir que soy un especialista en sistemas de relaciones humanas y desde aquí investigo el fenómeno de la violencia doméstica.
¿Qué significa esto? Muy sencillo, que cuando se analiza la violencia doméstica como efecto del sistema de interacciones domésticas, nos encontramos con un complejo sistema de valores cognitivos y emocionales que nos conforman a todos y posibilitan un espacio comunitario en el que, como mínimo, se puede decir que la violencia doméstica aunque no es deseable sí es esperable.
Yo sé que esta afirmación es muy difícil de entender, de tal modo que es opinión común considerar:
1. Que la violencia doméstica es un fenómeno en sí mismo.
2. Que el tratamiento del maltrato tiene que ver con los individuos.
3. Que el maltratador es un enfermo que debe ser reeducado.
4. Que la víctima, como tal, sólo debe ser recuperada en su autoestima.
5. Que la sociedad es un espacio neutro donde colisionan los individuos, desde su más absoluta privacidad.
6. Que la ley tiene un carácter educativo en sí misma.
Bien, supongamos que es así, pero admitamos que no es simplemente así. Y para gusto de todos recurramos a algo tan “sacrosanto” como los datos.
Si recurrimos a las estadísticas del CIS, en diciembre de 2006 los españoles considerábamos que la violencia doméstica era un problema menor, ocupando, según el tipo de pregunta que se hiciese, los puestos 16, 20, 21 y 25 de ….; con un tanto por ciento de preocupación entre los encuestados que oscilaba entre el 2,8 y el 0,4%.
Si hablamos de los problemas relacionados con la mujer (entiéndase como se entienda), las estadísticas son todavía peores: siendo los puestos 28 y 29 los lugares que dichos problemas ocupan entre la totalidad de los problemas que preocupan a los españoles y, en lo que se refiere al tanto por ciento de personas que lo reconocen, la oscilación se sitúa entre el 0,1 y el 0,4%.
Por supuesto, ni la violencia doméstica ni la situación de la mujer figuran entre los objetivos de la sociedad española en los próximos años.
No es necesario que vuelva a hablar (ver el blog) qué es lo que suele ocurrir cuando he tratado de exponer mi investigación en distintos foros (en artículos, congresos, cursos impartidos a la policía, charlas, instituciones, etc.), y me he encontrado con personas muy receptivas, pero también con muchísimas personas (demasiadas) que han manifestado una hostilidad absoluta hacia mis planteamientos.
Asimismo, tampoco es necesario que hable del último informe del Ministerio del Interior: ha descendido la violencia en España en todos los ámbitos menos en uno. ¿Cuál será?
Por otro lado, si quieren estadísticas sobre empleo, sueldos, etc. entren en el Instituto de la Mujer del Ministerio, pinchen en Estadísiticas. Mujer en Cifras y, después, en Empleo. Sigan adivinando...
¿Cómo enfrentarnos, pues, ante un problema que no existe?
Empecemos, pues, por el principio y replanteemos toda la cuestión, sin menoscabo de los logros que se están alcanzando en la lucha contra la violencia doméstica y ¿la igualdad de las mujeres?
Nuestro objetivo es muy complejo, pero factible:
1. Desarrollar estrategias que permitan el reconocimiento social del problema que conlleva ser mujer en el mundo, en general, y la violencia doméstica, en particular.
2. Desarrollar estrategias de revaloración y concienciación en edades tempranas a través de planes de intervención (tutorías) en los centros de Secundaria.
3. Desarrollar estrategias de concienciación en todos los estamentos sociales, en especial en aquellos que entran en contacto con víctimas de violencia doméstica, como la Policía.
4. Desarrollar estrategias que incidan en las familias y en las empresas como lugares propios donde se desarrollan las relaciones complementarias entre mujeres y hombres.
5. Desarrollar estrategias que conlleven la recuperación completa de las víctimas de maltrato.
Para ello debemos aceptar como petición de principios:
1. La violencia doméstica no es un fenómeno en sí mismo, sino que hunde sus raíces en los modos de sentir las relaciones domésticas: familia, amor, etc.
2. El tratamiento del maltrato tiene que ver con los individuos, pero tan o más importante, es el hecho que se desprende de la afirmación anterior: no las conductas de los individuos, sino los valores culturales que determinan dichas conductas.
3. La violencia doméstica, por lo tanto, no debe ser combatida exclusivamente encarcelando y reeducando al agresor y recuperando física y psicológicamente a la víctima, sino que hay que incidir en medidas que limiten y prevengan los modos de sentir las relaciones domésticas que posibilitan las conductas de maltrato como fenómeno ordinario (entendiendo como ordinario, lo que es esperable aunque no deseable).
4. La sociedad no es un espacio neutro en el que se relacionan los individuos, sino un espacio que emerge de la interacción de los sujetos. Y dicha interacción va más allá de la propia privacidad y se desarrolla a partir de una serie de valores y principios cognitivos y emocionales que tienen que ver con la intersubjetividad (lo que es compartido por todos y nos sirve como identidad).
5. La ley no tiene un carácter educativo. Preventivo y punitivo sí, pero no educativo. Ahora bien, a través de ella se puede establecer todo un sistema de estrategias que alcancen esa dimensión educativa.
Una vez que hemos establecido estos principios elementales, y tras la investigación que identifica el sistema de valores que impide la autonomía de la mujer y la reciprocidad en el sistema de interacción masculino>femenino>masculino…, atendamos brevemente a la palabra de otros especialistas.
Afirma Marta Torres Falcón (Doctora en Ciencia Sociales. Sus principales áreas de investigación son: “mujeres y derechos humanos”, y “violencia de género”. Es coordinadora del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer del Colegio de México), que los modelos individual y familiar son insuficientes, y se necesita modelos socioculturales, como medio para “diseñar estrategias de atención y erradicación de la violencia familiar (…) y crear espacios de apoyo real para las víctimas”. (En San Martín, El laberinto de la violencia, pp. 77-87, Ariel, Barcelona, 2004).
Por otro lado, Leonore E. A. Walter (Profesora en el Centro de Estudios Psicológicos de la Universidad Nova Southeastern de Florida, institución que estudia los efectos psicológicos de la violencia contra las mujeres y los niños (intervención y terapias) y directora del Domestic Violence Institute), afirma que el restablecimiento de las relaciones interpersonales y la comprensión de las bases socioculturales de la opresión de la mujer, tal y como se manifiestan en su entorno (Ibid., pp. 205-218), son dos de los objetivos principales, de entre 10, que deben cubrir las terapias de supervivencia para ayudar a las mujeres maltratadas. Sin embargo, cuando fija el modelo para el tratamiento de de las víctimas y la consecución de estos objetivos, no establece ninguna estrategia para la consecución de los dos objetivos citados.
Por último, “escuchemos a la ley”.
Según la Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, (Exposición de Motivos, Medidas de sensibilización, prevención y detección y Ámbito Educativo) la ley debe garantizar el desarrollo y aplicación de medidas que actúen en los niveles educativos y sociales, como elementos necesarios para la prevención, sensibilización y detección de la violencia doméstica.
Según lo dicho, otros modos de investigar el maltrato y la interacción doméstica son posibles, deseables y necesarios.
Y, también, es posible, deseable y necesario desarrollar estrategias de intervención sociocultural que actúen sobre individuos e instituciones.
¿Qué se está haciendo al respecto?
1. He llevado a cabo programas de intervención para la Policía Municipal de Lorca, cuyos objetivos principales fueron:
a) El reconocimiento del problema de la violencia doméstica como problema sociocultural, a la vez que individual.
b) La revalorización de las víctimas de maltrato.
c) La concienciación de que el problema de la violencia doméstica es un problema sociocultural.
d) El reconocimiento de los valores emocionales a partir de los cuáles se generan las relaciones domésticas.
e) La intervención con personas afectadas por estrés post traumático.
2. Estoy experimentando un programa de intervención con alumnos de 14 a 17 años que además de los objetivos a, b, c y d, permitan desarrollar:
e) El reconocimiento de los impulsos biológicos, como respuestas evolutivas, y su adecuación al sistema de valores culturales.
f) El valor de la autonomía de las mujeres con respecto a los hombres.
g) La reciprocidad como sistema adecuado de las relaciones de pareja.
Todo ello a partir de situaciones concretas con las que se encuentran cotidianamente.
3. Estoy preparando el modelo de intervención con víctimas de malos tratos para alcanzar los dos objetivos fijados para la terapia con mujeres víctimas de malos tratos.
¿Hasta dónde va a alcanzar todo esto?
No lo sé, porque para eso se necesita la colaboración de las instituciones y, hoy por hoy, no están por la labor.
Lo que pretendo es generalizar todos los programas, y para ello he pedido una cita con la directora del Instituto de la Mujer de Murcia, es un misterio cuando podré reunirme con ella, pero ya os contaré.
Por cierto, aprovecho para deciros que si conocéis alguna asociación de mujeres que trabaje con víctimas de malos tratos y quieran colaborar en mi proyecto, me pongáis en contacto con ellas. De nuevo, agradezco cualquier sugerencia que tengáis para mejorar mi trabajo.
Un saludo.

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